La percepción no es nunca idéntica entre dos individuos y, por el contrario, depende de las variaciones anatómicas de sus respectivos cerebros: tal es el caso de la sinestesia, que puede inducirse o descubrirse en función de estas diferencias.
El
 cruce de sentidos es uno de los fenómenos más extraños que puede 
desarrollar el cerebro humano, el intercambio de habilidades que 
supuestamente están confinadas a un solo sistema: el visual, el 
auditivo, el olfativo, el táctil, el del paladar.
Sin embargo, por razones que no se han 
aclarado del todo, en ciertas personas ocurre el trastorno conocido como
 “sinestesia”, que el gran Baudelaire y otros poetas absínticos del 
siglo XIX elevaran a categoría de motivo literario: el hecho de, 
efectivamente, sentir algo con un sentido distinto al que debería 
corresponderle.
En el caso específico de personas que 
dicen ver los sonidos, una investigación reciente sugiere que, lejos de 
considerarse un trastorno, este tipo de sinestesia podría deberse a 
variaciones específicas de la anatomía cerebral, pero más sorpresivo 
todavía es que estas diferencias se observan tanto en el cerebro de 
quienes dicen experimentar la ilusión y de quienes no.
En el experimento se analizó con 
resonancias magnéticas la reacción de 29 voluntarios a flashes y sonidos
 intermitentes: se lanzaba un flash seguido de dos sonidos cortos 
(beeps). En 6 de cada 10 ocasiones, el sujeto aseguró haber visto un 
segundo parpadeo luminoso; de esos seis, algunos lo vieron solo un 2% de
 las ocasiones y otros en todas las veces que se repitió la prueba.
De acuerdo con los investigadores, 
parece ser que hay una relación entre el tamaño del córtex visual y la 
posibilidad de experimentar este fenómeno: cuanto más pequeño, más 
probabilidad de incurrir en la ilusión. De este modo el cerebro podría 
estar compensando un circuito visual imperfecto.
“Si ambos miramos la misma cosa, 
esperamos que nuestra percepción sea idéntica. Nuestros resultados 
demuestran que no es tan cierto en todas las situaciones. A veces lo que
 percibimos depende de la anatomía individual de tu cerebro”, declaró en
 entrevista Benjamin de Haas, del University College London, uno de los 
responsables del estudio.
Igualmente la confusión se explica por 
la rapidez con que ciertos estímulos pueden suceder en el mundo y la 
cual es superior a la que nuestro cerebro puede procesar, especialmente 
por el pequeño número de neuronas dedicadas a las áreas visuales.
 Fuente: PijamaSurf

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