Un breve repaso por algunas de las psicomieles que la música derrama sobre nuestra mente; ojalá sirva esto como invitación a tomar las riendas de tu propio playlist existencial.
Analizando brevemente la historia 
humana, al menos los últimos cinco mil años, podríamos afirmar que la 
música ha sido uno de los más estimulantes y nobles acompañantes que 
hemos tenido. Ya sea para reafirmar nuestra existencia, para ambientar 
momentos épicos que se entretejen con nuestra cotidianidad, para 
acariciarnos en los momentos más duros del camino, o como eje de 
movimientos sociales o patrones culturales, lo cierto es que este 
exquisito producto de la creatividad humana resulta, invariablemente, 
una compañía casi inmejorable.
Es altamente probable que coincidas con 
las anteriores líneas –me resulta difícil creer que existan seres 
humanos imposibilitados de acceder a una deliciosa comunión con la 
música. Pero por si necesitaras algún re-afirmante, tal vez repasar la 
postura al respecto de algunos de los más ilustres pensadores de nuestra
 historia podría ayudarte:
Por ejemplo, el escritor Aldous Huxley 
advertía que “tras el silencio, aquello que mejor puede expresar lo 
inexpresable es la música”. Mientras que Nietzsche aseguraba que “sin 
música, la vida sería un error” o que en ella la pasión se 
auto-complace, y Beethoven anunciaba que la música es una revelación que
 supera toda filosofía y toda sabiduría. Y no solo podemos encontrar 
inspiradoras afirmaciones sobre esta gloriosa herramienta, su 
desbordante esencia también ha servido para dar vida a algunas de las 
más exquisitas metáforas, como aquella que reza: “tu eres la música 
mientras esta dura”, cortesía de TS Elliot, o cuando Lao Tzu explicaba 
que “la música del alma puede ser escuchada por el universo”.  
Más allá de celebrar las mieles de la 
música, en esta ocasión me gustaría llevar su glorificación a un plano 
distinto, al de la psicología y la neurociencia. A continuación les 
comparto algunos beneficios, científicamente comprobados, que la música 
tiene para nosotros:
Reduce el dolor y diluye la ansiedad
Si partimos de la afirmación que el 
dolor físico es parcialmente subjetivo, entonces alterar la percepción 
de una persona puede cambiar la forma en la que se experimenta esa 
sensación. La música puede romper la repetitiva secuencia 
dolor-estrés-dolor que envía información a nuestro cerebro, y con ello 
disminuir significativamente la presencia de esta sensación. Pero 
también se ha comprobado que la música actúa sobre el sistema opiáceo de
 nuestro cerebro, y cuando una persona escucha música que le es grata, 
ese estímulo puede activar dicho sistema, lo cual permite combatir la 
sensación de dolor físico.[1]
Estimula la alegría
A pesar de que esta afirmación resulta 
obvia para muchos de nosotros, lo cierto es que también existe un 
fundamento neuronal para explicar este fenómeno. De acuerdo con un 
estudio de la Universidad McGill, exponerte a música que disfrutas 
detona la producción de dopamina, neurotransmisor que activa el mismo 
centro de placer que estimulan las experiencias sexuales o 
gastronómicas.
Favorece la concentración
Según el psicólogo clínico Jonas Vaag, 
miembro activo del Nord-Trøndelag Health Trust, en Noruega, cierto tipo 
de música, particularmente la clásica, y aún más específicamente las 
piezas barrocas de compositores como Hendel y Bach, auxiliarán a tu 
mente para concentrarse y organizar información con mayor destreza. 
Aparentemente sorprender a tu mente estimulándola con un sonido distinto
 al que espera, pero como parte de una dinámica armónica, ayuda a que se
 afinen, instantáneamente, las regiones cerebrales encargadas de la 
atención y la anticipación.
En fin, debo confesar que en lo personal
 no requería de fundamentos neurocientíficos para consumar mi entrega 
total respecto a mis hábitos musicales. Pero creo que no deja de 
resultar emocionante el comprobar que aquellas sublimes sensaciones 
registradas a lo largo de nuestra vida, en compañía de música, aportan 
beneficios tangibles, y medibles, al funcionamiento de nuestra mente. Y 
si consideramos que la ‘realidad’, o al menos una buena porción de ella,
 se produce en la actitud mental que entretejemos, entonces podemos 
afirmar que la música, literalmente, puede ayudarnos a construir una 
mejor existencia. Y por eso los invito a ser los propios Dj’s de su 
vida, a tomar las riendas de tu propio playlist existencial, a conocer 
la manera en que tu ánimo reacciona ante específicos estímulos 
musicales, y a aprovechar , de forma tanto práctica como poética, las 
múltiples bendiciones sonoras que te rodean. Salud!
Fuente: PijamaSurf
Fuente: PijamaSurf


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