En esta realidad mediática que padecemos, donde un medio para informar necesita saber qué partido es el culpable para no tocar la mano que da de comer, es harto normal que los afines al PSOE (sexta, cuatro, ser, elpais…) no van a informar una palabra de un escándalo que, curiosamente, tiene unas cifras similares a lo que se conoce del caso Bárcenas: 24 millones de euros. Y, sin embargo, existe.

Las diligencias 1773/11 avanzan a paso lento en el juzgado de 
Instrucción nº 4 de Cádiz, cuya titular Lourdes del Río, está a la 
espera de un nuevo atestado de la sección de Blanqueo de Capitales de la
 Udyco de Sevilla para proceder a citar a nuevos imputados por el 
escándalo del 'caso Bahía Competitiva' que investiga delitos de 
defraudación de subvenciones, falsedad y blanqueo. La posible 
defraudación de 24,7 millones de euros en ayudas que debieron invertirse
 en la reindustrialización de Cádiz cuestiona la gestión realizada por 
los organismos que evaluaban los proyectos que competían por hacerse con
 financiación pública, a cambio de abrir empresas en zonas sedientas de 
empleo como la provincia gaditana.
El baile de cifras y datos que en los últimos días se han publicado, 
recuperando en muchos casos informaciones antiguas, pueden confundir 
sobre el estado actual de las diligencias. En estos momentos hay quince 
personas imputadas judicialmente. Todas ellas, salvo una, han pasado por
 sede judicial, donde se les ha informado de su situación jurídica para 
que recurran a sus letrados a la hora de prestar declaración. El único 
imputado que aún no ha sido interrogado por la jueza, pero sí lo hizo 
ante la Policía, es Ofelia Perales. La hija del histórico dirigente del 
PSOE, Alfonso Perales, será citada cuando concluya la investigación 
policial.
Ofelia aparece en las diligencias por su condición de empleada de una
 de las empresas beneficiarias de ayudas públicas, cuya actividad fue 
prácticamente inexistente pese a que recibió en la convocatoria del Plan
 Reindus de 2010 2,4 millones para un proyecto de contaminación de 
análisis de agua marina. A la Policía le llamó la atención cómo esta 
sociedad -Soluciones Tecnológicas Medioambientales- arrancó con una 
plantilla de siete trabajadores, de los cuales sólo dos eran vecinos de 
la provincia. El resto llegó de la mano del principal implicado en esta 
trama, el empresario gallego Alejandro Dávila Ouviña, promotor de los 
proyectos empresariales bajo sospecha. La vocación de generar empleo en 
la zona no fue el objetivo de esta empresa, que sí echó mano de la 
sobrina del exgerente del Plan Bahía Competitiva, Antonio Perales, otra 
de las figuras centrales de este escándalo.
Perales se ha descrito como una víctima más de los engaños de Ouviña.
 No en vano, fue quien promovió que el gallego presentara sus propuestas
 para desarrollar proyectos en su localidad natal, Alcalá de los 
Gazules. Perales llegó a realizar un viaje a Galicia, junto al 
exdelegado provincial de Agricultura, Juan Antonio Blanco, dentro del 
cortejo previo antes de que Ouviña se hiciera con un paquete millonario 
de ayudas.
Ya fuera engañado o no, este escándalo evidencia la pésima gestión 
que hizo en Cádiz a la hora de atraer inversiones. Aquí Ouviña supo 
colar sus proyectos. Sin embargo, en su tierra, no tuvo suerte. La Xunta
 de Galicia le echó para atrás su intención de hacerse con 13 millones 
en subvenciones a través de un plan de reindustrialización casi gemelo: 
el Plan Ferrol. En la convocatoria de 2010, la Administración gallega 
desestimó sus propuestas por falta de solvencia.
«Pobrecito mío»
La investigación policial también ha tirado de intervenciones 
telefónicas para ir reuniendo pruebas. En las diligencias constan las 
más sustanciosas como ésta que mantiene Ana Isabel Fuentes, otra de las 
15 imputadas, con una mujer de nombre Ana. La transcripción arranca de 
esta manera: «Antonio Perales no sabía nada, pobrecito mío», dice 
Fuentes. «No tenía ni idea», replica Ana. Fuentes concluye: «¿Ah? De la 
investigación..., no tenía ni idea... por eso el delegado de Agricultura
 le acompañaba a Galicia, un mes antes de salir los resultados ... iban 
los dos a Galicia... Pobre Antoñito que lo han engañado».
Ana María Fuentes ejerció de intermediaria entre los empresarios 
investigados y los organismos competentes como la agencia IDEA para la 
concesión de ayudas. Con despacho en El Puerto, sigue ejerciendo como 
apoderada de empresas interesada en invertir en la provincia. A través 
del seguimiento a sus conversaciones, el caso ha ido apuntando más a la 
Administración andaluza. «Tuve buena fe con cierta gente porque venían 
de donde venían, porque a mi me lo mandó la Junta», asegura a una 
persona en septiembre de 2011 cuando Industria ya había publicado en el 
BOE que reclamaba el reingreso de 14,5 millones otorgados a tres 
empresas de Ouviña por incumplimiento de los planes aprobados.
Uno de los detalles de las diligencias que no se sabían hasta ahora 
es la situación procesal de Rosa Mellado, gerente provincial de la 
agencia IDEA, que absorbió la oficina del Plan Bahía Competitiva tras 
conocerse la reclamación de Industria que propició la destitución de 
Perales. Esta agencia andaluza, salpicada también por el escándalo de 
los ERES, aparece en un primer momento como el organismo que denuncia el
 posible fraude. Fue en abril de 2011 cuando el secretario general de 
IDEA remitió un escrito a la Fiscalía señalando posibles irregularidades
 en cuatro empresas (una de ellas la citada Soluciones Tecnológicas 
donde estaba empleada Ofelia Perales) que habrían sido creadas sólo para
 obtener subvenciones. Si bien esas denuncias se produjeron después de 
que se aprobaran los proyectos de Dávila Ouviña que concurrió no sólo a 
la convocatoria de 2010 del Plan Reindus, también obtuvo financiación en
 la del ejercicio anterior.
En septiembre de ese año, el actual consejero de Justicia, Emilio 
Llera, fiscal especializado en delitos económicos, es quien formula 
denuncia, iniciándose el procedimiento judicial que acabó en Cádiz.
Fuentes de la investigación señalaron que la sorpresa de Mellado fue 
mayúscula cuando supo que la jueza del nº 4 de Cádiz la citaba en 
calidad de imputada y no como testigo. Insistió durante su 
interrogatorio que había colaborado «en todo momento» con la Policía, 
quien le había tomado manifestación en 2011 como testigo. Sin embargo, 
la propia denuncia sitúa en una posición complicada a la agencia, ya que
 este organismo está presente en la mesa que evaluaba las propuestas 
empresariales, de la que salía el listado definitivo de proyectos 
subvencionables. Ese listado lo remitía la Diputación al Ministerio de 
Industria que daba la confirmación definitiva. Además de IDEA, evaluaban
 dos técnicos del Instituto de Empresa y Desarrollo (IEDT) -dependiente 
de Diputación- y un representante de la oficina de Bahía Competitiva.
Esa mesa fue la responsable de que las propuestas de Ouviña se 
llevaran en una misma convocatoria más del 30% de las ayudas. En este 
punto entra en juego un correo electrónico que desveló el PP tras 
hacerse con el gobierno de la Diputación. En esa comunicación enviada 
desde IDEA a los integrantes de la mesa evaluadora se modificaron las 
baremaciones y se favorecieron a las empresas de Ouviña, elevando las 
puntuaciones y los créditos concedidos. Unas indicaciones que no 
encajaron bien los técnicos de Diputación, que advirtieron que se 
estaban destinando millonarias ayudas a proyectos de poca fiabilidad. 
Esos técnicos acaban de ser interrogados por la Policía.
También consta como imputada Rosa Pérez Cano, señalada por Mellado 
como la representante de Bahía Competitiva en la comisión evaluadora. En
 esa misma mesa había una persona más, que recibió ese mismo email con 
indicaciones precisas de a qué empresas había que favorecer: Gema 
Herrera, nuera de Luis Pizarro, exconsejero y cabeza de lista del PSOE 
en las última autonómicas. Herrera es la única de esa mesa que aún no ha
 sido citado por la jueza pese a ser la representante de la agencia 
IDEA, según la declaración de Mellado.
El resto de imputados pertenecen a la rama gallega. Son dos hermanos 
de la familia Retolaza que formarían parte del engranaje de empresas 
receptoras de subvenciones; el director de una sucursal bancaria de la 
localidad natal de Ouviña y varios empleados de éste último, que habrían
 ejercido de testaferros.
La bomba que lanzó Antonio Sanz hace unos días sobre la imputación de
 cinco excargos altos de Industria forma parte del atestado policial. 
Esta semana, los agentes los interrogaban en Madrid y ahora será la 
jueza la que decida si los cita como imputados. En esa misma situación 
intermedia está la concejala socialista de Sanlúcar María José Valencia.
Fuente: Insurgente 
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