lunes, 13 de abril de 2015
sábado, 4 de abril de 2015
El ego y el mantenimiento del statu quo de la mente (o cómo eres el agente de tu propia Matrix)
Las estructuras de la mente y su construcción de lo real buscan preservarse: el ego es la forma en la que se teje el laberinto para cercar al Ser y evitar que se enfrente al caos y al vacío y posiblemente disuelva su identidad en la totalidad.

Estar aquí es como
una renuncia espiritual. Sólo vemos lo que los otros ven, los miles que
estuvieron aquí en el pasado, aquellos que vendrán en el futuro. Hemos
acordado ser parte de una percepción colectiva.
Don DeLillo
La mente humana es un complejo
procesador de la realidad que está, a su vez, en perpetuo proceso; juez y
parte del mundo. De la misma forma que aquello que percibimos es un
conjunto de cosas en un estado cambiante, la mente también está
cambiando al percibir. Tal vez es por este caos, por este incesante
flujo, por esta naturaleza indetenible o inasible de la realidad es que
nos hemos refugiado en que tenemos una mente fija y estable con una
identidad inalterable, la cual nos permite separar los objetos que
percibimos y llevarlos a un espacio aislado donde podemos medirlos sin
que se desvanezcan en su perpetuo devenir.
Esa parte de la mente que nos ayuda a
anclar la realidad y a separarnos del mundo fenomenológico es el ego. Es
también el ego aquello que al resguardarnos nos hace formar una
resistencia al cambio y activa mecanismos de defensa cuando hay algo que
amenaza su potestad en la mente como si fuera el monarca y único
habitante del reino. Y, sin embargo, la misma existencia de este ego (de
este yo individual) es más que dudosa (no es que sea malo o bueno
querer cosas para nosotros mismos, es que el yo para quien queremos esas
cosas no existe). El rey no sólo está desnudo, es un holograma.