Meditar sobre la muerte es una de las formas tradicionalmente más reputadas para colocarnos en un estado de conciencia alerta, contemplando lo verdaderamente valioso, y liberarnos de las cosas que son innecesarias.

Un buen artículo escrito por Arthur C. Brooks en el New York Times
sugiere que todavía es tiempo para cambiar los propósitos de Año Nuevo y
uno muy bueno sería meditar más sobre la muerte este año. La meditación
sobre la muerte para mejorar nuestras vidas es para nuestros conceptos
una paradoja, pero de ahí nace su enorme beneficio.
Brooks cuenta su sorpresa de descubrir
que una de las meditaciones más recurrentes entre los monjes budistas es
contemplar la muerte, incluyendo la de su propio cuerpo (algunos monjes
observan fotos de cadáveres). Los budistas saben algo que todos
sabemos: que la muerte es inevitable, pero tienen especial conciencia en
algo que nosotros olvidamos: que en este mundo todo es impermanente y
no hay mucho que ganar apegándonos a nuestro cuerpo o a nuestro ego.