Desidia: Falta de cuidado, interés, energía o actividad. Desidia, dejadez, abandono, negligencia, pereza, indolencia… Tiene que ver con el comportamiento humano, sobre todo, en el ámbito social que finalmente es donde todas las personas estamos situadas.
Inocular: Introducir una sustancia en un organismo. Transmitir por medios artificiales una enfermedad contagiosa. Pervertir, contaminar.
Afrontamos y padecemos una realidad donde la desidia es un valor
siempre cotizado, imprescindible para que este sistema criminal y
depredador funcione. Es necesario que los seres humanos pierdan el
interés y la energía necesaria para luchar por sí mismos y por los
demás. Una vez conseguido esto, la esclavitud mental y posteriormente la
física están al alcance de la mano. Por eso el poder no ha dudado, ni
lo hará, en desplegar todo su arsenal para inocular esta desidia que
tanto le favorece. Sabe que el control se obtiene mucho más por la
sumisión voluntaria que por la represión (que reserva para aquellos que
se muestran más resistentes a esta inoculación masiva), por eso se
muestra tan persistente y, desgraciadamente, tan eficaz en su propósito
de que la desidia sea un rasgo fundamental del comportamiento humano.
Esto sucede en mayor medida en aquellas sociedades autodenominadas
desarrolladas y democráticas.