Ningun conocimiento se nos da si no existe en nosotros la voluntad de conocer, ninguna droga nos salva si no queremos ser salvados.


"La experiencia más hermosa que podemos tener es lo misterioso. Es la emoción fundamental de la que
nace todo arte y ciencia verdaderos. Quien no la conozca y ya no pueda sorprenderse ni maravillarse, es
como si estuviera muerto y sus ojos estuvieran cerrados"

"Nada de lo que escuches, sin importar quien lo diga.
Nada de lo que leas, sin importar dónde esté escrito.
Nada debes aceptar, sin previo discernirlo.
Y por ti mismo, deberás decidir su validez o no.
¡Investiga!"


domingo, 14 de julio de 2013

Sobre la responsabilidad de ser (la geometría sagrada como catalizador de conciencia)

Con toda la información y herramientas a nuestro alcance, con el escenario contemporáneo que estamos experimentando, es impensable ya seguir perdiendo el tiempo desconectados de nuestra esencia, culpando a factores externos de nuestra realidad, congelados, esperando a que todo se siga dando sin nuestra participación consciente. Es tiempo de asumir la responsabilidad de ser.


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“Las características esenciales de la interconexión cuántica,
son que el universo entero está de alguna manera envuelto en cada cosa
y que cada cosa está envuelta en el todo.”
David Bohm 

En el principio había proporción: logos.

Vivimos en un universo de espejos y fractales ­–todo se desdobla constantemente e infinitamente, permeado por la matemática de la armonía. Existimos en la Matrix y su código es la Geometría Sagrada –“desdoblamiento fractalizado de todo desde la Unidad y la reconexión resonante de las partes de vuelta hacia la Unidad” (Scott A Olsen). Todos y todo constantemente buscando reconectar con la esencia desde el principio de la existencia –la iluminación como última meta de la humanidad.

La matemática de la Naturaleza y del cosmos permea todos los aspectos de la vida –la física, la biología, la tabla de los elementos, la física mecánica y cuántica, la tecnología digital, nuestro DNA. De hecho, según Olsen, “la vida podría ser el resultado de la resonancia entre lo Divino (la Unidad) y la naturaleza (las partes), exquisitamente afinados por las asombrosas propiedades fractales de la proporción áurea, dando lugar a estados de conciencia más inclusivos”. Existen recordatorios sincrónicos por todos lados –en la naturaleza, en las construcciones sagradas, en los textos antiguos y en los religiosos, en el ocultismo, la alquimia, en la física cuántica y en los estados de conciencia alterados. Todo está ahí, infinitas posibilidades en eterno desdoblamiento armónico.

René Adolphe Schwaller de Lubicz, ocultista francés muerto en 1961, afirmaba que “el número áureo (phi) no es producto de la imaginación matemática, es el principio natural de las leyes del equilibrio”. Mientras que en India, los Mahatma decían solo reconocer una ley en el universo, la ley de la harmonía, del equilibrio perfecto. Siempre lo hemos sabido a lo largo de los tiempos, se nos ha dicho en todos los lenguajes posibles, la clave está en observar a la Madre Natura… “Como es arriba, es abajo. Como es afuera, es adentro”.

De acuerdo al propio Olsen, “Entender la ley del equilibrio, observar la proporción áurea y su reciprocidad no sólo revela la realidad de la naturaleza misma pero también le permite a la humanidad participar conscientemente en la metamorfosis o auto-transformación de la Unidad. Esta es la esencia de la alquimia, y por lo tanto de la religión misma”. Desde que se tiene registro, el ser humano ha intentado descifrar este código, presintiendo que a través de este acercamiento se puede alcanzar un estado de conciencia supremo que nos vuelve uno con la Unidad a partir de la cual florecemos. Y paralelamente, los que han podido descifrar el código y alcanzar estados de conciencia cósmicos, nos han ido compartiendo pistas que mapean los posibles caminos.

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Platón fue tejiendo los códigos en sus textos, y el teorema de Pitágoras es una de las bases de la Geometría Sagrada. En el budismo la meta es alcanzar, a través de la meditación, Samadhi, un estado de conciencia plena, omnipresente, donde el yo se disuelve en luz y éxtasis. En palabras del Dr Edgar Mitchell “en el estado de Samadhi, la mayoría de la mente y del cuerpo está en un estado básico de resonancia con el campo del punto Cero. El resultado es un estado puro de conciencia y la perdida del sentido del yo. 
Por su parte, las tradiciones indígenas del mundo escogieron el uso de ciertas plantas medicinales o sustancias naturales –como el Peyote, el Yopo, la Ayuahuasca y la medicina del Otac– como puentes para alcanzar este estado de conciencia supremo. En muchas ceremonias también se usan instrumentos y cantos  para crear vibraciones que faciliten la disolución de la Matrix. Todo toma forma a través de la resonancia. Todo se mueve a través de frecuencias moduladas –todo es energía. Madame Blavatsky nos dice “a los átomos se les llama vibración en el ocultismo”… Sincronizamos, conectamos y multiplicamos a través de la resonancia, espejeando, fractalizando… siempre buscando regresar a la fuente.

Cuando se habla de un mundo creado por resonancias, es imposible no pensar en nuestro rol dentro de su configuración, en la responsabilidad que tenemos sobre las vibraciones que emanamos. Rupert Sheldrake nos habla de la existencia de campos morfogenéticos –campos de información compartida que le dan forma a nuestra realidad. “La resonancia mórfica es un principio de memoria en la naturaleza. Un aspecto importante de la resonancia mórfica es que estamos interconectados con otros miembros de un grupo social. Los individuos dentro de un grupo social más grande y los mismos  grupos sociales más grandes tienen su propio campo mórfico, sus patrones de organización. Lo mismo aplica para los humano. Lo que haces, lo que dices y lo que piensas puede influir a otra persona por resonancia mórfica. Así que somos más responsables de nuestras acciones, palabras y pensamientos bajo este principio que lo seríamos de otra forma. No hay un filtro inmoral en la resonancia mórfica, lo que significa que debemos ser más cuidadosos de lo que estamos pensando si es que nos importa el efecto que tenemos en los demás.”

Somos enteramente responsables de nuestro escenario, en el fondo lo sabemos y supimos siempre, y ahí entra la responsabilidad de ser. Somos parte de este engranaje Divino, causa y consecuencia de nuestra realidad. Somos antenas amplificadoras, cuando reconectamos con nuestra esencia entramos en resonancia con las relaciones que rigen a la Naturaleza –nos desintegramos, tomamos conciencia de que somos uno con el todo. No importa cómo, cada quien tiene el derecho, y la obligación, de escoger su camino para acercarse a ese estado –a la fuente de donde todo proviene.

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Omraam Mikhaël Aïvanhov, filósofo francés de origen búlgaro, nos recuerda “Gradualmente, a medida que nuestra percepción de la Naturaleza cambia, cambiamos nuestro Destino.”

Con toda la información y herramientas a nuestro alcance, con el escenario contemporáneo que estamos experimentando, es impensable ya seguir perdiendo el tiempo desconectados de nuestra esencia, culpando a factores externos de nuestra realidad, congelados, esperando a que todo se siga dando sin nuestra participación consciente. Es tiempo de asumir la responsabilidad de ser. Somos parte de la ingeniería Divina, y “mientras no sepamos como plantar nuestros pensamientos y nuestras emociones, no tenemos ni idea de lo que es la verdadera multiplicidad” advierte Aïnvanhov.

Podemos meditar, hacer yoga, observar y acercarnos a Sofía, cantar, bailar, estudiar y practicar la Geometría Sagrada, y/o usar sustancias naturales … la clave está en observarte, conocerte, re-conocerte en la Unidad y generarte estados alterados de conciencia que te permitan moldear, a través de vibraciones, un escenario que en realidad resuene con tu esencia más intima y pura. Somos energía, somos resonancia. O en palabras del Dr Octavio Rettig Hinojosa “nuestros corazones son los campos electromagnéticos que están constantemente modulando nuestra realidad.”

Existen miles de caminos posibles para ser, simplifica y si tienes duda en cual escoger, recuerda a Carlos Castaneda: “Todos los caminos son iguales, no nos llevan a ninguna parte. Por lo tanto, ¡elige un camino con corazón!”

Fuente: PijamaSurf

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