En el contexto de la Guerra de Vietnam la CIA desarrolló una operación secreta en el vecino Laos. Dicha operación consistió en someter al mayor bombardeo de la Historia a un país neutral que, aun a pesar de la amenaza de infiltración comunista, no estaba en guerra contra los Estados Unidos.
La República Democrática Popular Lao, más comúnmente conocida
solo como Laos, es un país ubicado en el sudeste asiático que comparte
fronteras con, entre otros, China, Tailandia y Vietnam. Con una
superficie que es menos de la mitad que la de España, una población de
algo más de 6,6 millones de personas, una economía principalmente basada
en la agricultura (mayormente de subsistencia) y un gobierno de
inspiración socialista, es la menos conocida y a la vez la más aislada
de las naciones de la región.
Poco podrá decirnos sobre ella casi
cualquier persona de nuestro entorno, aparte de que, eso siempre
aquellos que tengan edad suficiente y lo recuerden, fue el lugar dónde
terminó refugiándose Luis Roldán, el corrupto y prófugo ex director de
la Guardia Civil durante los últimos años del gobierno de Felipe
González, allá por el año 1995. Sin embargo el desconocido Laos tiene
una sobrecogedora historia que contarnos, una de la que apenas se sabe y
que merece entrar en los anales de las mayores abominaciones jamás
cometidas por el ser humano. Y es que este en apariencia paradisíaco
rincón de Asia, con sus junglas todavía vírgenes, sus bucólicos campos
de arroz y su cultura milenaria, ostenta el triste récord de ser el país
más bombardeado de la Historia.
Para comprender cómo pudo llegar a suceder algo así debemos
remontarnos en el pasado. Después de pasar por un periodo de dominación
tailandesa el Reino de Laos pasó a formar parte de la llamada Indochina
Francesa en 1893. Tras el fin de la invasión japonesa durante la Segunda
Guerra Mundial los franceses regresaron con la firme intención de
restaurar el régimen colonial en toda la zona, si bien la situación
había cambiado y ahora contaban con la feroz oposición del Viet Minh
liderado por Ho Chi Minh, lo cual condujo a la Primera Guerra de
Indochina (1945-1954). Finalmente Francia resultó derrotada en la
contienda y hubo de retirarse por completo de la región, surgiendo como
resultado cuatro nuevos estados independientes: los reinos de Camboya y
Laos y las repúblicas de Vietnam del Sur (bajo amparo estadounidense) y
Vietnam del Norte (apoyada por el bloque soviético y bajo un gobierno
comunista). Y es que aun antes de la marcha de los franceses Estados
Unidos ya estaba plenamente involucrado en el conflicto, la CIA
asesoraba, financiaba y armaba a las facciones anticomunistas con el
objeto de auspiciar gobiernos afines a los intereses norteamericanos.
Las consecuencias de esta política son bien conocidas por todos, la
inestabilidad en la región estaba enmarcada en el escenario de la Guerra
Fría y esto desembocó en la Segunda Guerra de Indochina (1955-1975),
más conocida como Guerra de Vietnam. Durante años el cine y la
televisión estadounidenses nos han saturado con imágenes e historias
acerca de este conflicto, aunque casi siempre desde su perspectiva y no
desde la de los vietnamitas, por lo que no son pocos los que creen que
ya lo saben prácticamente todo sobre el mismo.
Sin embargo la guerra en Indochina sigue repleta de innumerables
lagunas, episodios que no gozaron de la cobertura mediática que tuvieron
los choques armados en Vietnam y por razones de peso. Uno de los más
relevantes, a la vez que desconocidos, es la guerra secreta librada por
la CIA en Laos como parte de la estrategia de Washington para contener
el avance del comunismo en toda la región. Los norvietnamitas contaban
con su homólogo en ese país, el Pathet Lao, de tal manera que apoyaron
la insurgencia con armas, hombres y suministros con el objeto de
propiciar el derrocamiento del régimen monárquico de Vientiane. Hasta
principios de los sesenta la intervención norteamericana se limitó a
adiestrar y armar al Real Ejército de Laos en su guerra contra la
guerrilla comunista del Pathet Lao, lo que se conoció como la Operación
Estrella Blanca. No obstante aquello no resultó suficiente para frenar
las operaciones norvietnamitas en el país, donde se había establecido
toda una red de bases a lo largo de la frontera para reforzar la
conocida como "ruta Ho Chi Minh" que abastecía a la guerrilla del Frente
Nacional de Liberación de Vietnam (el famoso Viet Cong que tantas veces hemos visto en películas y documentales).
Fue por eso que la CIA decidió dar un paso más y en 1964 orquestó
una campaña de ataques aéreos sobre suelo laosiano dentro de una
operación considerada alto secreto. El objetivo inicial era destruir las
bases norvietnamitas y cortar sus líneas de suministro, amen de seguir
apoyando a las fuerzas gubernamentales en sus ofensivas contra el Pathet
Lao. Pero la escalada del conflicto habría de llevar la intensidad de
aquellos ataques hasta límites realmente sobrecogedores. A lo largo de
nueve años se llevaron a cabo más de 580.000 misiones, arrojándose en
ellas más de dos millones de toneladas de bombas (¡nada más y nada menos
que media tonelada de explosivos por habitante!). De hecho la cantidad
de bombas arrojada sobre Laos superó a las lanzadas contra Japón y
Alemania juntas a lo largo de toda la Segunda Guerra Mundial. Tal fue la
magnitud de lo indiscriminado de los ataques que, en palabras de los
propios pilotos estadounidenses que participaron en las operaciones: "no
se hacía distinción entre militares y civiles y, si algo se movía, lo
bombardeábamos". Esto es lo que se conoce como "bombardeo de
saturación", que busca la aniquilación total, tanto física como
material, del enemigo o, en palabras de un general también
estadounidense: "bombardearlos hasta hacerlos regresar a la Edad de
Piedra". Tanto es así que a día de hoy se calcula que todavía quedan
unos 80 millones de explosivos sin detonar esparcidos por los campos del
país y la chatarra bélica es parte habitual de sus paisajes, pues los
lugareños la han reciclado para darle todo tipo de usos (contenedores,
macetas, pilares para sus chozas...).
Lo más deplorable de toda esta historia no es que decenas, o
incluso centenares de miles, de civiles inocentes fueran masacrados de
forma injustificada. Lo peor es que esta salvaje campaña de ataques
aéreos se lanzó contra una nación neutral que no estaba en guerra contra
los Estados Unidos, ya que su gobierno monárquico no era considerado un
enemigo, razón por la cual la CIA procuró mantenerla en el más absoluto
secreto. Las consecuencias, destrucción generalizada, muertos y
mutilados aparte, no fueron las esperadas por Washington. Tanto en
Vietnam, como en Camboya (donde también se practicaron campañas de
bombardeos masivos), como finalmente en Laos, los comunistas terminaron
imponiéndose tras una lucha prolongada, amarga y extremadamente
sangrienta. En algunos casos la guerra desembocó en un horror incluso
mayor, como el del brutal y desquiciado régimen de los jemeres rojos en
Camboya (1975-1979), cuando la práctica totalidad de la población fue
enviada a trabajar al campo de manera forzosa y un millón y medio de
personas perecieron a causa de la malnutrición, los malos tratos o
simplemente asesinadas. En el caso concreto de Laos y en un último acto
de infamia, Estados Unidos abandonó a su suerte a los combatientes que
durante años lucharon a su lado contra los comunistas. Olvidados como si
nunca hubieran existido, estas gentes y sus familias fueron perseguidas
y arrinconadas por el nuevo gobierno, hasta que acabaron refugiándose
en las regiones más remotas del país, donde subsistieron como proscritos
durante décadas en condiciones miserables. La prometida ayuda del
"amigo americano", que les rescataría de su desesperada situación, jamás
llegaría.
Como tantos otros de mi generación, desde mi infancia también he
sido víctima de otra clase de bombardeo estadounidense. El de la
mitología que transmiten sus películas, series de televisión y programas
que nos llegan hasta aquí (ya sea directamente o en un formato adaptado
al público español). En dicha mitología a menudo se nos presenta a los
marines, boinas verdes, Navy SEALs, pilotos de aviación y demás
miembros de sus fuerzas armadas y servicios secretos, como los héroes
que salvan el mundo y nos protegen de todo mal. El caso de Laos nos
muestra una realidad por completo distinta, una actuación no solo
criminal sino que va más allá de lo razonable en términos de respeto por
la vida de otros seres humanos. Nada más lejos de los ejemplos de
exaltación de esa "policía del mundo" a los que nos tiene acostumbrados
su propaganda.
Artículo escrito por: El
Segador
Fuente: AgenciaTigris
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