El ingrediente activo en los hongos mágicos, la psilocibina, puede causar una percepción del tiempo, espacio, e información sensorial dramáticamente diferente. Esto es, en realidad, debido a una disminución en la actividad cerebral, en vez de un incremento, como se podría esperar. Muchos creen que la psilocibina le permite a la conciencia sobrepasar efectivamente un tipo de “filtro de demasiada información,” permitiéndole a uno vislumbrar una cantidad mucho mayor de información del campo de la realidad de la que normalmente está disponible.

Hay más de 200 especies de hongos mágicos que actualmente conocemos.
Es probable que hayan muchas más que crecen en lugares difíciles de
alcanzar o que se han mantenido en secreto por curanderos que las
preservan sólo para su uso privado.
En sólo dos países europeos la posesión y cultivo de hongos mágicos
es completamente legal: República Checa y España, mientras que otros
países tienen actitudes ligeramente más ambiguas. En Holanda, por
ejemplo, los hongos mágicos en sí son ilegales, pero una escapatoria
significa que la venta de “trufas mágicas” aún está extendida.