Uno de los beneficios potenciales más valiosos de los alucinógenos clásicos (hongos psilocibios, peyote, cactus de San Pedro, ayahuasca) es lo que se conoce como “muerte del ego.” La muerte del ego es a menudo descrita como la experiencia de perder nuestro sentido de identidad. Típicamente ocurriendo en o cerca de la cúspide de un viaje psicodélico, el fenónemo de la muerte del ego es tanto temido como reverenciado. Perder el sentido de quien crees que eres puede tener efectos dramáticamente poderosos, tanto positivos como negativos.
A menudo nos definimos a nosotros mismos por la familia en la que crecemos, la cultura que nos rodea, las influencias de las personas a nuestro alrededor, y las cosas que nos interesan. Durante un episodio psicodélico, con frecuencia hay reportes de que todas estas cualidades pueden parecer desaparecer, dejándote con pocos medios para identificarte a ti mismo. Si no eres definido por tu ropa, tu éxito, tu familia, o tus relaciones, ¿qué te define?
La respuesta a esta pregunta es espiritual en naturaleza. Esta cualidad intrigante es la razón por la cual las plantas psicoactivas conocidas como alucinógenos son consideradas herramientas espirituales por muchas civilizaciones antiguas y científicos modernos como Rick Strassman, el autor del libro DMT: La Molécula del Espíritu. Cuando nuestro espacio mental es separado del sentido del Yo al que nos hemos acostumbrado en el día a día, una experiencia trascendental puede ocurrir. Muchos de los que han pasado por el episodio psíquico conocido como muerte del ego reportan sentirse como si hubieran dejado su cuerpo, o incluso los confines de espacio y tiempo. Se dice que esta experiencia expande la perspectiva del individuo al punto de “pura consciencia,” “pura conciencia,” o “la deidad,” desatándolos de los enredos de la existencia material.
Cuando la existencia se percibe desde este estado expandido, uno es capaz de considerar conceptos e ideas que están fuera del ámbito de nuestro nivel de conciencia del día a día. A veces descrito como “ver la información cruda codificada en el campo de la realidad” o “ver las cosas como verdaderamente son,” este estado puede permitirte ver un vaso de agua medio lleno que no esta ni medio vacío ni medio lleno, sino más bien perfecto en su balance entre los dos. Percibir esta información pura es a menudo indescriptible por medio de palabras, pero tal experiencia puede llevar a la comprensión de que inherentemente creamos nuestras realidades. Si el vaso de agua no está ni medio vacío ni medio lleno, entonces tenemos la habilidad de decidir nosotros mismos de qué manera comunicarlo. Viendo la mismísima esencia de los conceptos detrás del “yin y el yang,” uno puede notar que los patrones de la mente son habituales, pero pueden ser cambiados por la inserción de la voluntad. Este aparentemente simple, pero profundo autodescubrimiento hace mucho más facil que uno descarte preocupaciones relativamente insignificantes sobre la vida y muerte eventual de uno y que uno descubra un sentido de espiritualidad.
Para muchos, la muerte del ego parece llevar a una mente más abierta, menos propensa a la corriente de pensamientos y emociones habituales. Sin embargo, puede llevar al pánico. Sin la preparación adecuada, dirección, o investigación, la experiencia de la muerte del ego puede ser bastante aterradora. Es importante que como pasajero en este acto de depersonalización, el participante juegue un rol en el proceso y esté abierto al acto de rendirse ante la experiencia mientras se manifiesta. Resistirse y sujetarse a quien uno piensa que es, puede interrumpir los beneficios potenciales de ver el mundo de una nueva manera que está llena de posibilidades y puede, de hecho, llevar el viaje por la madriguera de un conejo de contemplación que puede parecer interminable.
La integración de la experiencia de la muerte del ego a menudo permite una mayor apreciación por lo que significa estar vivo y por lo que es realmente importante. No más definido por dinero, posición, o rango social, uno puede sentirse, quizá por primera vez, como parte del universo, observando y participando en como el mundo es percibido. Esto puede actuar como catalizador para descubrir la antigua habilidad de sanar y convertirnos en el director de nuestro propio destino.
Este es un viejo video de Richard Alpert (Baba Ram Dass) donde discute la experiencia de muerte del ego que tuvo en LSD.
Via Timewheel
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