Aunque nos han enseñado que pensamos con nuestro cerebro, esto no siempre es verdad. Bajo ciertas circunstancias, nuestra consciencia – la parte que percibe y piensa en nosotros – puede desprenderse del cuerpo físico y existir en cualquier lugar que ella quiera. Nuestra comprensión científica corriente no puede considerar este fenómeno; pero llega a ser mucho más posible en términos de la idea holográfica.
Hay
que recordar que en un universo holográfico la ubicación es en sí misma
una ilusión. Tal como la imagen de una manzana no tiene una ubicación
especifica dentro de un holograma, en un universo organizado
holográficamente los seres y los objetos no tienen una localización
definida. Todo es, en último término, no localizable, incluso la
consciencia. Así, aunque nuestra consciencia parezca estar localizada en
nuestra cabeza, bajo ciertas condiciones puede fácilmente parecer
ubicada en una esquina superior de la habitación, revoloteando sobre un
prado, o flotando sobre un objeto cualquiera en un edificio distante.
Si
la idea de una consciencia sin localización determinada parece difícil
de captar, puede encontrarse una analogía útil en los sueños. Imagínese
que está soñando que asiste a una concurrida exposición de pinturas.
Mientras vagabundea entre la gente contemplando los cuadros, su
consciencia parece estar localizada en la cabeza de la persona que usted
es en el sueño. Pero, ¿dónde está su consciencia realmente? Un rápido
análisis revelará que está en cada cosa que aparezca en el sueño: en la
otra gente que asiste a la exposición, en los cuadros, y aun en el mismo
escenario en que se desarrolla el sueño. En un sueño, la localización
es también una ilusión porque todo – gente, objetos, espacio,
consciencia, etc. -se está desplegando desde la más profunda y más
fundamental realidad del soñador.
Otra
característica holográfica sorprendente de los desdoblamientos – o
salidas fuera del cuerpo – es la plasticidad de la forma que una persona
asume una vez que está fuera del cuerpo. Después de desprenderse de él,
a veces la persona se encuentra en un cuerpo fantasma que es una copia
exacta de su cuerpo biológico. Esto hacía que algunos investigadores de
épocas pasadas postularan que los seres humanos poseían un doble, como
en la literatura de ciencia ficción.
Recientes
descubrimientos en parapsicología han pesquisado casos en lo que
posiblemente sucede. Aunque algunos sujetos describen este fantasma
doble como desnudo, otros se encuentran en cuerpos completamente
vestidos. Esto sugiere que el doble no es una réplica energética
permanente del cuerpo biológico, sino que una especie de holograma que
puede asumir diferentes formas. Tanto es así que no siempre es un doble
del cuerpo físico la forma en la que los sujetos se encuentran a sí
mismos durante su desdoblamiento. Hay numerosos casos en que la gente
también se percibe como bolas de luz, nubes de energía informes, y aun
no discernibles de ninguna manera.
Podríamos
considerar como algo evidente que la forma que una persona asume
durante su salida del cuerpo es una directa consecuencia de sus
creencias y expectaciones. Por ejemplo, el matemático Whiteman, en su
libro Mistical Life, publicado en 1961, reveló que él
experimentaba a lo menos unos dos desdoblamientos al mes durante gran
parte de su vida adulta. Incluso agregó que siempre se había sentido
como una mujer atrapada en un cuerpo de hombre, y que cuando se
desdoblaba, a menudo se encontraba en una forma femenina. A veces
aparecía en otras formas durante sus aventuras fuera del cuerpo,
incluyendo cuerpos de niños. Su conclusión era que los factores
determinantes de la forma que asumía el segundo cuerpo eran las
creencias, tanto conscientes como inconscientes.
Monroe
está de acuerdo en que son nuestros hábitos de pensamiento los que
crean nuestro doble. Porque estamos tan acostumbrados a habitar en un
cuerpo, tenemos una tendencia a reproducir la misma forma en el
desdoblamiento. Similarmente, él cree que es la incomodidad que la
mayoría de la gente siente cuando están desnudos lo que causa que,
inconscientemente, se fabriquen ropas cuando están asumiendo una forma
humana. Sospecho que uno puede modificar el segundo cuerpo en cualquier
forma que desee, dice Robert Monroe.
¿Cuál
es nuestra verdadera forma – si la hay – cuando estamos desdoblados?
Robert Monroe ha encontrado que una vez que dejamos caer toda
apariencia, somos en lo profundo un modelo vibratorio formado de muchas
frecuencias interactuando y resonando. Esta conclusión es extremadamente
sugestiva porque apunta a que algo holográfico está en curso, y ofrece
una consecuente evidencia de que nosotros – igual que todos los seres en
un universo holográfico – somos, en último término, un fenómeno de
frecuencia vibratoria, el cual nuestra mente convierte en variadas
formas holográficas. Esto añade crédito a la conclusión de Hunt que
nuestra consciencia está contenida, no en el cerebro, sino en un campo
plásmico de energía holográfica que a la vez compenetra y envuelve el
cuerpo físico.
La
forma que asumimos en los estados de desdoblamiento no es lo único que
presenta esta plasticidad holográfica. A pesar de la exactitud de las
observaciones hechas por experimentados viajeros durante sus correrías
fuera del cuerpo, los investigadores han quedado a veces perplejos por
algunas inconsecuencias encontradas. Por ejemplo, el título de un libro
perdido que encontré en uno de mis viajes se veía en un brillante color
verde mientras estuve desdoblado. Pero cuando volví a mi cuerpo físico y
pude reencontrar el libro, vi que las letras del título eran negras. La
literatura sobre estos temas abunda en tales discrepancias, como cuando
los sujetos describen una habitación distante llena de gente –
existente en la realidad física – salvo que ellos añaden una persona
extra o perciben una cama donde realmente había una mesa.
En
términos del planteamiento holográfico, una explicación sería que tales
viajeros no han desarrollado plenamente la habilidad de convertir las
frecuencias que perciben al estar desdoblados en una exacta
representación holográfica de la realidad consensual. En otras palabras,
desde el momento que estos sujetos parecen apoyarse en un conjunto de
sentidos totalmente nuevos, estos sentidos pueden ser todavía vacilantes
y no poder convertir de manera eficiente las frecuencias vibratorias
encontradas, de modo que parezcan una objetiva construcción de la
realidad.
Estos
sentidos no-físicos pueden ser perjudicados por las restricciones que
nuestras propias creencias limitantes arrojan sobre ellos. Algunos
viajeros dotados se han dado cuenta que, a medida que se van sintiendo
más a gusto en su segundo cuerpo, descubren que pueden ver en todas
direcciones a la vez sin volver la cabeza. En otras palabras, aunque ver
en todas direcciones parece ser normal durante ese estado, ellos están
tan acostumbrados a creer que sólo pueden ver a través de sus ojos – aun
cuando estén fuera de su cuerpo – que esta creencia al comienzo les
impide darse cuenta que poseen una visión en 360 grados.
Hay
evidencia de que aun nuestros sentidos físicos pueden ser víctimas de
esta censura. A pesar de nuestra inconmovible convicción de que sólo
vemos con nuestros ojos, existe información sobre individuos que poseen
visión sin ojos, o sea, la habilidad de ver con otras áreas de su
cuerpo. David Eisenberg, M. D., un investigador de la Escuela
de Medicina en Harvard, publicó un artículo sobre dos hermanas chinas
en edad escolar, en Beijing, las que podían ver con la piel de sus
axilas lo suficiente como para leer notas e identificar colores. En
Italia, el neurólogo César Lombroso estudió a una niña ciega que podía
ver con la punta de la nariz y con el lóbulo de su oreja izquierda. En
los años sesenta, la prestigiosa Academia Soviética de Ciencias
investigó a una campesina rusa llamada Rosa Kuleshova, la que podía ver
fotografías y leer periódicos con las yemas de sus dedos, y decidió que
su habilidad era genuina. Resulta significativo que la Academia
excluyera la posibilidad de que KuIeshova estuviera simplemente
detectando las variadas cantidades de calor acumulado que los diferentes
colores emanan naturalmente. Kuleshova pudo leer un periódico impreso
en blanco y negro aun cuando fue cubierto con una lámina de vidrio
calentada. Llegó a ser tan renombrada por sus habilidades que el
magazine Life publicó un artículo sobre ella.
En
resumen, hay evidencias de que no somos tan limitados como para ver
sólo a través de nuestros ojos físicos. Uno no puede sino preguntarse si
la vista sin ojos es realmente a futuro una evidencia de que la
realidad es sólo maya, una ilusión, y que nuestro cuerpo físico,
junto con la aparente incondicionalidad de su fisiología, es tanto una
construcción holográfica como lo es nuestro segundo cuerpo. Tal vez
estamos tan profundamente habituados a creer que podemos ver solamente a
través de nuestros ojos que aun en el plano físico nos hemos aislado
del amplio rango de nuestras capacidades de percepción.
Otro
aspecto holográfico del desdoblamiento es que desaparece la división
entre pasado y futuro, hecho que a veces ocurre durante esa experiencia.
Por ejemplo, Osis y Mitchell descubrieron que cuando el Dr. Alex
Tanous, un bien conocido psíquico, experimentado en viajes fuera del
cuerpo, viajaba desde Maine, e intentaba describir objetos ubicados
sobre una mesa, tenía la tendencia a incluir algunos que se iban a
colocar allí días después. Esto sugiere que el ámbito en el que la gente
entra al desdoblarse es uno de los más sutiles niveles de realidad, de
los que David Bohm hablaba. Una región más cerca de lo replegado y, por
lo tanto, más cerca del nivel de realidad en el cual la división entre
pasado, presente y futuro deja de existir. Dicho de otra manera, parecía
que, en lugar de sintonizar con las frecuencias que codifican el
presente, la mente de Tanous inadvertidamente sintonizaba con
frecuencias que contenían información acerca del futuro y las convertían
en un holograma de la realidad.
Esa
percepción de la habitación que tuvo Tanous fue un fenómeno holográfico
y no una visión precognitiva que tuviera lugar sólo en su cabeza sin
relacionarse con algún otro hecho. El día del experimento se le pidió a
la síquica Christine Whitting vigilar la habitación y tratar de
describir cualquier proyección que ella pudiera ver visitándola. A pesar
de la ignorancia de Christine sobre quién podría aparecer flotando, y a
qué hora, cuando Tanous hizo su visita desdoblado ella vio su aparición
claramente y lo describió usando un pantalón de cotelé color café y una
camisa de algodón blanca, la ropa que el Dr. Tanous tenía puesta en
Maine al momento de ese ensayo.
Harary
también ha hecho ocasionales viajes al futuro y concuerda en que las
experiencias son cualitativamente diferentes de otras experiencias
cognitivas. Los viajes fuera del cuerpo hacia el tiempo y espacio
futuros difieren de los sueños precognitivos en que yo estoy, en forma
bien definida, afuera y que me estoy moviendo a través de un área negra,
después oscura, que termina en alguna escena futura iluminada. Cuando
él hace una visita al futuro a veces ve una silueta de su futuro ser en
la escena, y esto no es todo. Cuando los eventos de los que él ha sido
testigo eventualmente ocurren, puede sentir a su doble dentro de la
escena junto con él. Describe estas sensaciones fantasmagóricas como
encontrarme conmigo detrás de mí como si tuviera dos seres, una
experiencia que seguramente deja muy atrás los normales déjà vu.
También
se han estudiados casos de viajes al pasado. El dramaturgo sueco August
Strindberg, un frecuente viajero fuera del cuerpo, describe uno en su
libro Legends. El suceso tuvo lugar cuando Strindberg estaba sentado en
una cantina tratando de persuadir a un joven amigo de no abandonar su
carrera militar. Para reforzar sus argumentos, Strindberg trajo a
colación un pasado incidente que los incluía a ambos durante un
atardecer en una taberna. Mientras el dramaturgo describía el evento,
súbitamente perdió la consciencia y se encontró en la taberna en
cuestión reviviendo la experiencia. Esto duró sólo unos pocos minutos y,
abruptamente, se encontró de vuelta a su cuerpo y al presente. Estas
visiones retrocognitivas que han sido estudiadas dan fundamento a las
experiencias de los clarividentes que – estando en realidad presentes – a
la vez flotan sobre las escenas históricas que van describiendo. Se
trataría de una forma de proyección desdoblada dentro del pasado.
En
verdad, cuando uno lee la voluminosa literatura ahora disponible sobre
el fenómeno de desdoblamiento, uno es repetidamente sacudido por las
similitudes entre las descripciones de experiencias que hacen los
viajeros desdoblados y las características que ahora asociamos con un
universo holográfico. Sumado al hecho de describir el estado fuera del
cuerpo como un lugar donde el tiempo y el espacio no existen en
propiedad, donde el pensamiento puede ser transformado en formas
parecidas a hologramas, y donde la consciencia es en último término un
esquema de vibraciones o frecuencias de onda, Robert Monroe hace notar
que la percepción durante los viajes fuera del cuerpo parece menos
basada en un reflejo de ondas luminosas y más en una impresión de
radiación. Esta es una observación que sugiere de nuevo que cuando uno
entra en el plano por el que transitan los desdoblados, uno empieza a
entrar en el dominio de la frecuencia de Karl Pribram. Otros viajeros se
han referido también a la semejanza con un campo de frecuencia que
tiene el Segundo Estado. Por ejemplo, Marcel Louis Forhan, un
experimentador en viajes fuera del cuerpo que escribía bajo el
pseudónimo de Yram, en su libro Practical Astral Projection
describía la apariencia de ondas y las características electromagnéticas
del plano visitado. También otros han comentado la sensación de unidad
cósmica que se experimenta durante ese estado y lo han resumido como un
sentimiento de todo está en todo, y yo soy eso.
Por
holográfico como sea el desdoblamiento, es sólo la punta del iceberg
cuando llegamos a una más directa experiencia de los niveles de
frecuencia en otros aspectos de la realidad. Aunque las salidas fuera
del cuerpo son sólo experimentadas por un segmento de la raza humana,
existe otra circunstancia bajo la cual todos llegamos a un contacto más
próximo con el dominio de la frecuencia electromagnética. Es cuando
viajamos a ese país aún no descubierto, desde cuyas fronteras ningún
viajero regresa. Con el debido respeto a Shakespeare, algunos viajeros
sí regresan. Y las historias que ellos cuentan están llenas de
características que nos conducen de nuevo al holograma.
Estas
son las experiencias cercanas a la muerte de las que muchos de nosotros
hemos oído hablar. Incidentes en los que los individuos fueron
declarados clínicamente muertos, han sido resucitados, y han relatado
que durante esa experiencia dejaron su cuerpo físico y visitaron lo que
parecía ser el reino del más allá.
En
nuestra propia cultura occidental, las experiencias cercanas a la
muerte vinieron a ser ampliamente discutidas desde 1975, cuando Raymond
A. Moody Jr., un médico que además tenía un Ph. D. en filosofía, publicó
su difundida investigación sobre el tema en Vida después de la Vida
. Poco después Elisabeth Kübler-Ross reveló que ella había efectuado
similares investigaciones en forma simultánea, confirmando lo encontrado
por Moody. Como desde entonces más y más investigadores empezaron a
documentar el fenómeno, fue quedando cada vez más claro que las
experiencias cercanas a la muerte estaban no sólo increíblemente
extendidas – una encuesta de Gallup encontró que 18 millones de
americanos adultos la hablan experimentado – sino que además ellas
proveían la más poderosa evidencia de una vida después de la muerte.
Igual
que los viajes fuera del cuerpo, las experiencias cercanas a la muerte
parecían ser un fenómeno universal. Ellas están descritas en extenso en
el libro del siglo Vlll, El Libro Tibetano de los Muertos y en El Libro Egipcio de los Muertos, existente desde hace 2.500 años. En La República,
Platón da un recuento detallado de un soldado griego llamado Er, quien
volvió a la vida justo segundos antes de que su pira funeraria fuera
encendida, diciendo que él había dejado su cuerpo y viajado a través de
un pasadizo a la tierra de los muertos. El Venerable Bede nos da un
relato similar en su libro sobre el siglo VIIl, A History of the English Church and People, y Carol Zaleski, una conferenciante sobre el estudio de las religiones en Harvard, en su libro Otherworld Journeys, hace notar que la literatura medieval está llena de narraciones sobre este tema.
Las
experiencias cercanas a la muerte no tienen características
demográficas únicas. Varios estudios han mostrado que no hay relación
entre tales experiencias y la edad de una persona, su sexo, estado
marital, raza, religión, creencias espirituales, clase social, nivel de
educación, ingresos, asistencia a Iglesias, pertenencia a comunidades,
área de residencia. Tal como el rayo, esta experiencia puede golpear a
cualquiera en cualquier momento. Los devotos religiosos no son más
proclives a ella que los agnósticos.
Uno
de los aspectos más interesantes de este fenómeno es la concordancia de
los datos que se van encontrando de experiencia en experiencia. Un
sumario típico sería como sigue:
“Un
hombre está muriendo y de súbito se encuentra flotando sobre su cuerpo y
contemplando lo que sucede. En unos momentos viaja a gran velocidad a
través de un espacio oscuro o de un túnel. Entra en un reino de luz
deslumbrante y es cálidamente recibido por amigos o parientes muertos
hace poco. Con frecuencia escucha una bella música indescriptible y ve
paisajes – extensas praderas, valles llenos de flores, centelleantes
arroyos – más hermosos que nada visto en la tierra. En este mundo lleno
de luz él no siente ni pena ni temor sino que es invadido por un
sobrecogedor sentimiento de gozo, amor y paz. Encuentra un ser (o
varios) de luz, de quien emana una enorme compasión y que le propone
experimentar una revisión de su vida, una recapitulación panorámica de
lo vivido. El llega a sentirse tan cautivado por la grandeza de esta
realidad que lo único que desea es quedarse ahí. Sin embargo, aquel ser
le dice que todavía no es su tiempo y lo persuade a retornar a su vida
terrena y a volver a entrar en su cuerpo físico”.
Convendría
tomar nota que esta es sólo una descripción general y que no todas las
experiencias cercanas a la muerte contienen todos los elementos
descritos. En unos casos faltan algunas de estas características y en
otros aparecen ingredientes adicionales. Los ornamentos simbólicos de
las experiencias pueden también variar. Por ejemplo, aunque los que
viven esta experiencia en la cultura occidental tienden a ingresar al
reino de la otra vida pasando a través de un túnel, los de otras
culturas podrían caminar cuesta abajo por un sendero o cruzar una
extensión de agua para arribar al mundo del más allá.
De
todas maneras, existe un asombroso grado de consenso entre las
experiencias cercanas a la muerte narradas por diversas culturas a
través de la historia. Por ejemplo, la revisión de la vida que ocurre
una y otra vez en los casos de nuestra vida moderna, ya ha sido descrita
en la antigüedad, como lo veíamos en párrafos anteriores. Estas
similitudes entre culturas muy alejadas han sido confirmadas por
estudios formales. Karlis Osis y Erlendur Haraldsson compararon cerca de
novecientas visiones en el lecho de muerte informadas por pacientes a
sus médicos o enfermeras tanto en EE.UU. como en la India
y encontraron que, aunque había algunas diferencias culturales – los
americanos tendían a ver al ser de luz como un personaje de la religión
cristiana (aún Cristo mismo) y los indios lo percibían como uno de la
religión Hindú – el núcleo de la experiencia era substancialmente el
mismo y semejante a lo descrito por Moody y Kübler-Ross.
Aunque
el punto de vista ortodoxo sobre las experiencias cercanas a la muerte
establece que son sólo alucinaciones, hay evidencias substanciales de
que este no es el caso. Igual que en los desdoblamientos, los sujetos
son capaces de informar sobre detalles que no podrían haber conocido por
medios sensoriales normales. Por ejemplo, Moody presenta un caso en el
cual una mujer dejó su cuerpo durante una operación quirúrgica, flotó
por la sala de espera, y vio a su hija que estaba vistiendo prendas
dispares. La niñera había vestido a la niñita tan apresuradamente que no
notó el error y quedó sorprendida cuando la madre – que no había visto
físicamente a su hija ese día – comentó el hecho. En otro caso, después
de haber dejado su cuerpo, una mujer fue hacia el pasillo del hospital y
escuchó a su cuñado decir a un amigo que parecía que iba a tener que
cancelar un viaje de negocios para ser uno de los que transportaran el
ataúd de su cuñada. Después que la mujer se recuperó, reprendió a su
asombrado cuñado por considerarla muerta tan rápidamente.
Y
estos no son los ejemplos más extraordinarios de percepción sensorial
en los estados de desdoblamiento próximos a la muerte. Los
investigadores incluso han encontrado casos en que pacientes que eran
ciegos y no habían percibido la luz por años, podían ver y describir con
exactitud lo que estaba sucediendo alrededor de ellos cuando habían
dejado sus cuerpos durante esa experiencia. La doctora Elisabeth
Kübler-Ross ha encontrado varios de esos individuos y los ha
entrevistado extensamente para determinar la exactitud de su testimonio.
Para nuestra sorpresa, ellos fueron capaces de describir el color y el
diseño de la ropa y joyas que llevaban los que estaban allí.
Lo
más impactante son aquellas experiencias y visiones en el lecho de
muerte que involucran a dos o más individuos. En un caso, una mujer se
encontró moviéndose a través del túnel y al aproximarse al reino de luz,
vio a un amigo suyo que venía de regreso. Cuando se cruzaron, el amigo
le comunicó telepáticamente que él había muerto, pero que lo habían
enviado de vuelta. La mujer también fue enviada de vuelta y después que
se recuperó, supo que su amigo había sufrido un paro cardíaco
aproximadamente al mismo tiempo que ocurría su propia experiencia.
Hay
numerosos otros casos estudiados en los cuales individuos moribundos
saben quién los está esperando en el mundo del más allá antes que les
llegue por canales normales las noticias de la muerte de esa persona.
Y
por si queda todavía alguna duda, otro argumento contra la idea de que
estas experiencias son alucinaciones, es que a veces ocurran en
pacientes que tienen electroencefalogramas planos. Bajo circunstancias
normales, cada vez que una persona habla, piensa, imagina, sueña, etc.,
su EEG registra una gran actividad. Aun las alucinaciones pueden ser
medidas. Pero hay varios casos en que personas con EEG planos tuvieron
experiencias cercanas a la muerte. Aunque hubieran sido simples
alucinaciones, tendrían que haber sido registradas en sus EEG.
En
resumen, cuando todos esos hechos son considerados en conjunto: la
extensión de la experiencia, la ausencia de características
demográficas, la universalidad de su núcleo, la habilidad de los sujetos
para ver y conocer cosas para las que no tienen medios sensoriales
normales que lo permitan, y la ocurrencia de todo esto en pacientes con
EEG plano, hace que la conclusión sea inevitable. La gente que tiene
experiencias cercanas a la muerte no están sufriendo de alucinaciones o
engañosas fantasías, sino que están en verdad haciendo visitas a un
nivel de realidad enteramente diferente.
Esta
es también la conclusión alcanzada por muchos investigadores de estas
experiencias. Uno de ellos es el Dr. Melvin Morse, un pediatra en
Seattle, Washington. Morse empezó por interesarse en estas experiencias
después de haber tratado a una niña de siete años víctima de inmersión.
Cuando la niñita fue resucitada, estaba en coma profundo, tenía las
pupilas fijas y dilatadas, sin reflejos musculares ni respuesta de la
córnea. En términos médicos, se trataba de un coma tan profundo que casi
no tenía posibilidad de recuperarse. A pesar de todas estas
desventajas, ella se recuperó por completo y cuando Morse la examinó,
estaba consciente, lo reconoció y le dijo que lo había observado cómo
trabajaba sobre su cuerpo comatoso. Al interrogarla más adelante, ella
le explicó que había dejado su cuerpo y pasado a través de un túnel
hacia un cielo donde había encontrado al Padre Celestial. El le expresó
que no era importante que estuviera allí todavía y le preguntó si quería
quedarse o regresar. Al principio ella dijo que quería permanecer en
ese lugar, pero cuando el Padre Celestial le hizo notar que esa decisión
significaba que no volvería a ver a su madre, cambió de opinión y
volvió a su cuerpo.
Morse
era un escéptico, pero quedó fascinado y desde ese momento en adelante
procuró aprender cuanto pudo acerca de estas experiencias. En ese tiempo
trabajaba para un servicio de ambulancia aérea en Idaho, que
trasportaba pacientes al hospital, y esto le permitía la oportunidad de
tener acceso a datos de niños resucitados. Durante un período de diez
años entrevistó cada niño sobreviviente de paros cardíacos en ese
hospital, y una y otra vez escuchó de ellos la misma historia. Después
de caer en la inconsciencia se encontraban fuera de su cuerpo,
observaban a los médicos trabajando sobre ellos, pasaban a través de un
túnel y eran reconfortados por seres luminosos.
Morse
continuó siendo escéptico, y en su búsqueda cada vez más desesperada
por encontrar una explicación lógica, leyó todo lo que pudo encontrar
sobre los efectos colaterales de las drogas que sus pacientes estuvieran
ingiriendo, y exploró varias explicaciones psicológicas y fisiológicas,
pero nada parecía calzar. Entonces un día leí un largo artículo en un
periódico médico que trataba de explicar estas experiencias como trucos
variados del cerebro, dice Morse. Por entonces yo había estudiado estas
experiencias en forma extensiva y ninguna de las explicaciones que
exponía este investigador parecía tener sentido. Finalmente me quedó
claro que él había omitido la explicación más obvia de todas: que las
experiencias cercanas a la muerte son reales. El había pasado por alto
la posibilidad de que el alma realmente haga el viaje.
Moody
hace eco a este sentimiento y dice que veinte o más años de
investigación lo han convencido que esos sujetos se aventuran en otro
nivel de realidad. Cree que otros investigadores de este tema sienten lo
mismo. “He hablado con casi
todos los investigadores de estas experiencias a nivel mundial acerca de
su trabajo. Sé que muchos de ellos creen profundamente que ellas son un
vistazo a la vida después de la muerte. Pero como científicos y gente
del área médica, ellos todavía no han llegado a una prueba científica de
que una parte de nosotros continúe viviendo después que nuestro cuerpo
físico haya muerto. Esta falta de pruebas les impide hacer público sus
verdaderos sentimientos.”
Como un resultado de su encuesta, aun George Gallup, Jr., presidente de Encuestas Gallup, agrega: “Un
creciente número de investigadores ha estado reuniendo y evaluando los
relatos de quienes han tenido extraños encuentros cerca de la muerte. Y
los resultados preliminares han sido altamente sugestivos de que exista
algo tipo de encuentro con un reino extradimensional de realidad.
Nuestra propia revisión, aun siendo extensiva, es posible que no haya
alcanzado a cubrir ciertas tendencias que señalan hacia un superuniverso
paralelo de algún tipo.”
EXPOSICIÓN FINAL ARTÍCULO
El
paradigma holográfico del Universo está siendo respaldado por muchos
círculos científicos y académicos. Este nuevo paradigma científico parte
de la teoría postulada por el físico teórico David Bohm y
neurofisiólogo Karl Pribam. Según ellos, el cerebro sería una especie de
holograma que interpreta un Universo Holográfico. Esta teoría es
tremendamente revolucionaria ya que aporta una nueva y extraordinaria
visión de la realidad. A través de la física cuántica y el paradigma
holográfico logra presentar una explicación racional y científica sobre
aquellos fenómenos del ámbito de la parapsicología, la física y la
neurología que la ciencia moderna no es capaz de abarcar y explicar.
BIBLIOGRAFÍA
El desdoblamiento como fenómeno holográfico
Fuente: http://alcione.cl/wp2/?p=514
Fuente: TALBOT, Michael: The Holographic Universe – Harper Collins Publishers – New York (En español: El Universo Holográfico de Michael Talbot).
Fotografía de inicio a la izquierda
Fotografía de inicio a la derecha
Fotografía de abajo en el centro
ENLACE EXTERNO
Documental “El Universo Holográfico”
Sinopsis del libro “El Universo Holográfico” de Michael Talbot
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