"El diálogo interior se interrumpe como ha comenzado, por un acto de la voluntad.
Cada vez que el diálogo cesa, el mundo se desploma y salen a la superficie facetas extraordinarias de nosotros mismos, como si nuestras palabras las hubieran tenido bajo guardia. Eres como eres porque te dices a tí mismo que eres así."
El
mundo es así como es sólo porque hablamos con nosotros mismos acerca de
que es así como es. Cambiar nuestra idea del mundo es la clave de la
brujería. Y la única manera de lograrlo es parar "el diálogo interno."
"Una de las cosas que nos ocurren es que nos estamos hablando continuamente acerca de las cosas. Acerca de nosotros, del mundo, de las personas. Entonces etiquetamos, ponemos distinciones, opinamos, generamos un juicio".
Según lo expresado por el Brujo Don Juan Matus, el diálogo interno no es otra cosa que el continuó decirnos a nosotros mismos, a través de la razón, que el mundo es así o de otra manera y que nosotros somos de esta forma especial en que somos. El diálogo interno no es más que el torrente de pensamientos que está forzando a "la realidad", para que ésta se ajuste a nuestra forma de pensar. Este es el motivo por el cual los hombres comunes y corrientes, siempre se la pasan peleados o aburridos con "el mundo", pues el mundo es para ellos nada más que un montón de ideas.
"Una de las cosas que nos ocurren es que nos estamos hablando continuamente acerca de las cosas. Acerca de nosotros, del mundo, de las personas. Entonces etiquetamos, ponemos distinciones, opinamos, generamos un juicio".
Según lo expresado por el Brujo Don Juan Matus, el diálogo interno no es otra cosa que el continuó decirnos a nosotros mismos, a través de la razón, que el mundo es así o de otra manera y que nosotros somos de esta forma especial en que somos. El diálogo interno no es más que el torrente de pensamientos que está forzando a "la realidad", para que ésta se ajuste a nuestra forma de pensar. Este es el motivo por el cual los hombres comunes y corrientes, siempre se la pasan peleados o aburridos con "el mundo", pues el mundo es para ellos nada más que un montón de ideas.
Según Don Juan, suspender el
diálogo interno (detener nuestras ideas de cómo es el mundo y cómo somos
nosotros) es la clave de la brujería. Este hecho posibilita nada más ni
menos que el pasaje a "la otra realidad" a percibir "los otros mundos" .
Parar
el diálogo interno, posibilitaría dejar de gastar energía en el
sostenimiento del mundo como "objetos y conceptos" que se ajustan a
nuestra razón, y este ahorro sustancial de energía posibilitaría al
guerrero " percibir la energía tal como fluye en el universo", libre de
las limitaciones que proporcionan la razón y los 5 sentidos.
En
verdad, nos pasamos la vida hablándonos incesantemente a nosotros
mismos acerca de nuestro mundo, y este parloteo constante, nos roba una
desmesurada cantidad de energía . Cuando aprendemos a parar este diálogo
interno, el mundo cesa y se desploma; y salen a la superficie facetas
extraordinaria de nosotros mismos, como si nuestras palabras la hubieran
tenido bajo guardia. Somos como somos, porque nos decimos a nosotros
mismos quienes somos. De ahí que repitamos las mismas elecciones una y
otra vez, hasta el día de nuestra muerte, cuando en verdad hay una
infinita variedad de elecciones por hacer, y que no realizamos, por
estar "definidos" por este "habladuría constante, que nos limita y nos
encuadra.
Ahora bien.....cuál es la forma o el método más adecuado, para conseguir detener este diálogo???
Don
Juan decía que el modo de terminar con nuestro diálogo interno es
utilizar exactamente el mismo método mediante el cual nos enseñaron a
hablar con nosotros mismos: fuimos enseñados compulsiva y
sostenidamente, y así es como debemos detenerlo: compulsiva y
sostenidamente.
El detener el diálogo interno, como un medio para
poder conectarnos con nuestra "contraparte divina", nuestro "yo
superior" o como prefieran llamarlo, es una práctica contemplada también
en diversidad de religiones tales como la misma Iglesia Católica, en
el Budismo, en el hinduismo etc. y enseñada también en las escuelas de
carácter esotérico, su importancia es primordial, ya que posibilita
"desconectarnos" del ego, el cual se ha convertido en un guardián
implacable, que "filtra" toda percepción, que no provenga de la razón o
de los sentidos, eliminando todo intento del "nagual" por manifestarse
en "esta realidad".
El diálogo interno está sumamente relacionado
con la llamada "historia personal", ya que mediante esta, llegamos a
concebir al mundo y a nosotros mismos de una manera determinada.
Pongamos por ejemplo a un niño de corta edad: su historia personal está
limitada a el conocimiento que tiene de su nombre, de sus padres y de su
entorno más cercano: humanos, parientes. Todavía no fue a la escuela, o
sea que no tiene aún prejuicio alguno en materia de conocimientos y
razonamientos, por lo tanto puede percibir sin dificultad a seres tales
como a elementales de la naturaleza por ejemplo, pero sus mayores le
dicen que eso no existe, que ese tipo de "fantasía" no está bien visto, y
terminan por eliminar este "contacto". Cuando va a la escuela y aprende
"la ciencia y la lógica", termina por desechar totalmente todo aquello
que no se enmarque en estos preceptos "científicos". Va creando su
mundo a través de la razón y de la palabra: los pilares del ego para
construir esta realidad física.
A través del diálogo interno,
"nos estabilizamos" en esta realidad, fijamos nuestro punto de encaje en
una posición inamovible, que nos permite percibir solamente lo que
nuestro ego considera "razonable y lógico. " Mover este punto de encaje
es uno de los logros máximos del guerrero
El guerrero tiene que
“parar el mundo”, deteniendo su diálogo interno, ese diálogo a través
del cual se alimenta y refuerza la descripción del mundo. El mundo es
así como es porque hablamos con nosotros mismos acerca de que es así
como es; y luego acumulamos recuerdos sobre ello. Para ayudar a detener
el diálogo interno, Don Juan le dice a Carlos que tiene que borrar su
historia personal. ¿Qué significa esto?, no depender de todas las formas
mentales que se han creado en torno a nuestra persona, provenientes de
los demás y de nosotros mismos. Todos cuantos nos conocen tienen una
idea de nosotros, y nosotros alimentamos esa idea con nuestros actos, y
esto, en cierto modo, nos esclaviza. Los que nos conocen nos dan por
hechos, y desde ese momento nos resulta difícil romper el lazo de sus
pensamientos. Aunque también nos esclaviza la imagen que tenemos sobre
nosotros mismos.
Nos hablamos incesantemente a nosotros mismos
acerca de nuestro mundo. De hecho, mantenemos nuestro mundo con nuestro
diálogo interno. Y cuando dejamos de hablarnos sobre nosotros mismos y
nuestro mundo, el mundo es siempre como debería ser. Con nuestro diálogo
interno lo renovamos, lo encendemos de vida, lo sostenemos. No sólo
eso, sino que también escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros
mismos. De ahí que repitamos las mismas elecciones una y otra vez hasta
el día en que morimos, porque continuamos repitiendo el mismo diálogo
interno una y otra vez hasta el preciso momento de la muerte. Un
guerrero es consciente de ello y lucha por detener su diálogo interno.
El mundo es todo lo que hay aquí encerrado: la vida, la muerte, la gente y todo lo demás que nos rodea. El mundo es incomprensible. Jamás lo entenderemos; jamás desentrañaremos sus secretos. Por eso, debemos tratarlo como lo que es: un absoluto misterio.
Las cosas que la gente hace no pueden, bajo ninguna condición, ser más importantes que el mundo. De modo que un guerrero trata el mundo como un misterio interminable, y lo que la gente hace, como un desatino sin fin.
Fuente: Elquecorreconlobos
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