Ningun conocimiento se nos da si no existe en nosotros la voluntad de conocer, ninguna droga nos salva si no queremos ser salvados.


"La experiencia más hermosa que podemos tener es lo misterioso. Es la emoción fundamental de la que
nace todo arte y ciencia verdaderos. Quien no la conozca y ya no pueda sorprenderse ni maravillarse, es
como si estuviera muerto y sus ojos estuvieran cerrados"

"Nada de lo que escuches, sin importar quien lo diga.
Nada de lo que leas, sin importar dónde esté escrito.
Nada debes aceptar, sin previo discernirlo.
Y por ti mismo, deberás decidir su validez o no.
¡Investiga!"


jueves, 9 de mayo de 2013

Demasiada información: sobre el consumo de noticias y el letargo del pensamiento

¿El flujo incesante de noticias en Internet nos está volviendo lectores pasivos, incapaces de utilizar efectivamente la información en nuestro favor?


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La superabundancia de información ha dejado de ser una predicción apocalíptica para convertirse en la descripción precisa de nuestro trato con el Internet, además de evidenciar la incapacidad humana para procesarla. Internet es la Babel del siglo XXI y muchas noticias nos sirven para saber si hay tráfico en alguna parte de la ciudad, de acuerdo, ¿pero qué pasa con la información que se evapora rápidamente, especialmente la que recibimos diariamente en forma de noticias? El último libro de Rolf Dobelli,  The Art of Thinking Clearly: Better Thinking, Better Decisions (“El arte de pensar claramente: mejor pensamiento, mejores decisiones”) dedica una sección a analizar todo el mal que nos hace estar expuesto al exceso de noticias, o como dice Dobelli, “las noticias son para la mente lo que el azúcar es para el cuerpo.”

¿Pero qué no es importante estar informados? ¿Conocer los eventos más importantes alrededor del mundo? ¿Incluso divertirnos con un poco de data interesante? El mal de las noticias, para Dobelli, radica en que nos hace vivir en un mundo editorializado y filtrado por intereses políticos o económicos que no necesariamente refleja la realidad de los lectores. El periodismo, para Dobelli, ha perdido sentido: pasó de ser una fuente de información útil para la toma de decisiones y el conocimiento del mundo a una fuente de producción (barata) de información desechable. Nos enteramos de las noticias que hacen “más ruido”, que tienen más potencial para viralizarse o venderse, no de las que efectivamente podrían cambiar nuestra vida:
Así que el terrorismo está sobrevalorado; el estrés crónico está subvalorado. El colapso de los Hermanos Lehman está sobrevalorado; la irresponsabilidad fiscal está subvalorada. Los astronautas están sobrevalorados; las enfermeras están subvaloradas.
Según Dobelli, de las 10 mil noticias que has leído durante el último año, nos es imposible recordar una sola que haya afectado de manera importante nuestra vida, carrera o negocio. La gente “encuentra muy difícil reconocer lo que es relevante. Es mucho más fácil reconocer lo que es nuevo.” Esto se agrava por el hecho de que no estamos reflexionando ni produciendo conocimiento a partir de la información que recibimos, sino que la consumimos pasivamente y la olvidamos, como un hábito de nuestros días digitales. Los datos no generan conocimiento; el pensamiento sí. Tal vez lo que está sobrevalorado no son las noticias, como dice Dobelli, sino la capacidad de los seres humanos para procesar información.

Dobelli cita al millonario Warren Buffet cuando dice que “lo mejor que el ser humano hace es interpretar toda la nueva información para que sus viejas conclusiones permanezcan intactas.” Pensar sería precisamente dudar de nuestras conclusiones sobre el mundo y permitirnos integrar los nuevos datos en una visión más completa. Pero según Dobelli, observar el árbol nos hace perder la perspectiva del bosque:
Pensar requiere concentración. La concentración requiere tiempo sin interrupciones. Las notas de noticias están diseñadas específicamente para interrumpirte. Son como virus que roban tu atención para sus propios propósitos. Las noticias nos vuelven pensadores superficiales.
El diseño de la interrupción se refiere a un estudio del 2001, donde se descubrió que mientras más hiperlinks tenga una noticia, la comprensión del lector disminuye. A pesar de que muchos factores pueden influir en la comprensión lectora, afirma el estudio, cada vez que un link aparece nuestro cerebro debe tomar la decisión de hacer click o no, lo que en sí mismo es distractor. (Uno podría preguntarse si, en ese sentido, los pies de página de los libros no funcionan del mismo modo como distractores, aunque la intención sea, al igual que en las noticias, formar un aparato crítico que permita al lector reconstruir el diseño de la nota o artículo que se lee.)

Además del aspecto social, Dobelli afirma que las noticias literalmente son tóxicas para el cuerpo. Las historias aterradoras (como un avión explotando en llamas en la pista de aterrizaje) desencadenan cascadas de cortisol en el sistema nervioso, lo que puede ser nocivo para el sistema inmunológico e inhibe la producción de hormonas de crecimiento. “En otras palabras, tu cuerpo se encuentra en situación de estrés crónico.”

A nivel neurológico las noticias tampoco son beneficiosas: las conexiones neuronales, como sabemos, se modifican para fortalecer aquellas redes que nos permiten realizar tareas que frecuentamos, y debilitan las de aquellas que usamos menos. Según Doballo, las redes neuronales utilizadas para realizar múltiples tareas simultáneas se fortalecen en nuestro trato con las noticias, mientras que aquellas utilizadas para leer a profundidad y comprender lo que leemos tienden a debilitarse.
La mayoría de los consumidores de noticias –incluso si solían ser ávidos lectores de libros– han perdido la habilidad de absorber artículos largos o libros. Luego de cuatro o cinco páginas se cansan, su concentración se desvanece, se vuelven inquietos. No se debe a que se vuelvan viejos o que sus horarios sean más demandantes. Es porque la estructura física de sus cerebros ha cambiado.

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El meme “Too Long Didn’t Read” (TL;DR) hace parodia de esto, evidenciando que los posts cortos y de fácil consumo (imágenes, de preferencia) son la norma, además de dejar en claro la preferencia de la información desechable o frente a la cual reaccionamos rápida y emocionalmente en lugar de la que nos aporta elementos para pensar por nosotros mismos, con el riesgo e inversión de tiempo que ello implica.

Nuestra atención en línea está siendo disputada por los diferentes servicios que nos notifican sobre nuevos correos, nuevas notificaciones, menciones, mensajes directos y publicidad, en un ciclo parecido a la rueda de un hámster o el laberinto de un ratón; como ellos, roemos la información a nuestro alcance, que puede o no ser nutritiva. Dobelli afirma que si lees 15 minutos de periódicos o noticias cada mañana, luego 15 más durante la comida y 15 antes de dormir (con algunos minutos dedicados a links que reclaman tu atención imperiosa o recomendaciones de tus contactos), perdemos al menos medio día por cada semana. Pero si la productividad no es una prioridad para ti, tal vez la atención y la administración que haces de ella sí lo sea.

Lo que leemos muchas veces trata de eventos en los que no tenemos influencia. La repetición nos vuelve eventualmente pasivos y hace que “eventualmente adoptemos una visión de mundo pesimista, insensibilizada, sarcástica y fatalista. El término técnico es ‘impotencia aprendida’“, lo cual puede comprobarse con los comentarios sabelotodos de cualquier foro en línea de gente que compara información y fuentes, en el mejor de los casos, y en la mayoría únicamente reacciones inmediatas de aprobación o desaprobación; no pensamiento propiamente, o incluso creatividad para reorganizar la información que reciben.

Dobelli concluye: “La sociedad necesita el periodismo, pero de manera diferente. El periodismo de investigación siempre es relevante. Necesitamos reportajes que vigilen a nuestras instituciones y descubran la verdad. Pero los descubrimientos importantes no tienen que llegar en forma de noticias.” La solución para Doballi es clara: “La he pasado sin noticias por cuatro años, así que puedo ver, sentir y reportar los efectos de esta libertad de primera mano: menos interrupción, menos ansiedad, pensamiento más profundo, más tiempo, más ideas. No es fácil, pero vale la pena.”

El problema son nuestros hábitos de consumo de noticias y el tipo de información a la que estamos expuestos. Estar informado es un imperativo socialmente prestigioso, pero debemos preguntarnos si la acumulación de datos es lo mismo que la información. Las redes sociales tienen potencial para filtrar el tipo de información que cada usuario considera relevante para sí mismo, si logra sortear las carretadas de información cuestionable e imbecilidad rampante que son la norma en Twitter.

No tenemos una Primavera Árabe cada semana, pero las microcomunidades de información podrían servir precisamente como filtros para usuarios que necesitan información similar para sus actividades. Así, cada usuario debería ser responsable de proveerse activamente del tipo de información que sea relevante para su trabajo o su estilo de vida, y a la vez, volverse responsable del tipo de información que comparte con sus contactos, asumiéndose como un medio informativo. Pensemos dos veces antes de darle share: ¿queremos informar a otros o queremos ser asociados con cierto tipo de información? ¿Estamos construyendo comunidades de usuarios o estamos reproduciendo pasivamente el discurso oficial, agazapado en el tratamiento común de las noticias?

Fuente: PijamaSurf

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