"Veamos el currículum vitae de un ciudadano medio de cualquier sociedad moderna de un país desarrollado con brevedad y con las inevitables generalizaciones: un niño nace, y acto seguido, es vacunado por el miedo que sus padres tienen a las enfermedades. Posteriormente, con cuatro o cinco años, sus padres le escolarizan por miedo a no poder ofrecerle ellos mismos una educación que integre a su hijo en una sociedad a la que tienen miedo. El niño crece aprendiendo de un profesor al que tiene miedo, comportándose según los patrones establecidos por miedo a no ser aceptado por el grupo, respetando a otros niños y profesores que amenazan a través del miedo. El niño continúa insertado en el sistema educativo –“estudiando”- por miedo a decepcionar las expectativas colocadas en él.
Dentro de ese sistema, “escoge” una formación universitaria por miedo al porvenir, miedo al futuro, miedo a quedarse encerrado: busca una “salida” profesional. En este medio pre-universitario, se inicia en la sexualidad, poniéndose un condón por miedo al SIDA. Finalmente inicia sus estudios universitarios según los miedos generales: carrera con más “salidas”, preferencia de la familia miedosa, ambiente de miedo... En la universidad tiene miedo a suspender, miedo a perder la “beca”, miedo a tener que pagar más dinero por tener miedo; y, tras unos cuantos años de angustias y miedos, se “gradúa” en un estudio del que tiene miedo que no sirva para insertarse en el mercado laboral. Por este miedo, hace un “master”, una “post-graduación”, una especialización porque tiene miedo de que lo ya estudiado no sea suficiente.
Paralelamente, como tiene miedo a la soledad, conoce a una mujer y, tras cierto miedo al compromiso por parte de ambos, deciden casarse, a pesar del miedo que supone hacerlo sin tener un empleo estable. Sin embargo, él consigue un trabajo en una corporación a través de un proceso selectivo que da miedo.
Trabaja en una corporación más de 40 horas semanales por miedo a quedarse en el paro, y no poder afrontar la hipoteca que firmó para vivir en un apartamento en el que su mujer tiene miedo cuando se queda sola. Él obedece a un jefe al que tiene miedo; inculca miedo a sus subordinados; actúa tal y como se espera de él por miedo a no ser aceptado por la empresa; silencia indignidades que presencia dentro del entorno de trabajo por miedo a romper el “secreto profesional”.
Poco a poco, es promocionado: él tiene miedo a no poder con tanta responsabilidad; no tiene tiempo nada más que para el trabajo, y así su matrimonio se ve afectado. Él tiene miedo de que su mujer le sea infiel, por lo que él mismo engaña a su mujer con la secretaria, completamente a escondidas, porque tiene miedo a que lo descubran. Sigue promocionando en el trabajo aunque tenga miedo a la crisis y a los recortes de plantilla.
Tiene poder adquisitivo y puede comprar ciertos productos que aplaquen su miedo: firma seguros varios que cubren riesgos a diferentes miedos (incendios, accidentes, terremotos...), apoya activamente a partidos políticos que hablan del miedo a una amenaza terrorista, se hace una vasectomía por miedo a tener más hijos de los que ya tienen (1 ó 2, si es que tienen), compra una gran casa en las afueras de la ciudad por miedo a la inseguridad del centro, y la blinda con muros, alarmas y cámaras por miedo a los ladrones.
Continúa trabajando en la corporación, y ahorra mucho dinero que guarda en un banco por miedo a perderlo. También invierte en un plan de pensiones porque tiene miedo de llegar a viejo sin garantías sociales; también firma un seguro de vida con 50 años porque tiene miedo de morir demasiado pronto. Así, con sesenta y pico años, se jubila en la empresa, y tiene miedo de sentirse inútil y miedo a aburrirse.
Como defensa de estos miedos, se convierte en un jubilado insoportable, y ese mal carácter le causa algunos problemas de salud. Visita al médico, y este le mete el miedo en el cuerpo, del infarto, del colesterol, del cáncer, de la artrosis... Evita todos los vicios que ha tenido durante toda su vida, y que en la vejez le causan miedo. Ya es tarde: enferma gravemente y –como tiene un miedo atroz a la muerte- la medicina moderna hace todo lo posible para prolongar la enfermedad. En una agonía mantenida con fármacos, los médicos le suministran potentes opiáceos que alejan al moribundo del miedo al dolor. El ciudadano moderno muere, y su último pensamiento fue observar el miedo a cuestionarse si la vida así vivida tiene algún sentido...
¿Queda entendido? El motor del modo de vida moderno es uno: el miedo."
Fragmento de "La danza final de Kali" de Ibn Asad (pag. 252)
Fuente: SomosConocimiento
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