Ir al colegio es un rollo. Igual no lo recordamos tan mal porque nuestro cerebro es elegante y benevolente y tiene la habilidad de transformar lo malo en algo mucho menos malo a medida que pasa el tiempo. Pero muchas de las cosas que nos metieron en la cabeza, que forman parte del mismo núcleo del funcionamiento del sistema escolar, es basura que deberíamos ignorar si queremos hacer algo productivo en la vida.
Todo este mes he hablado de las cosas que me gustaría que me hubieran enseñado. Hoy, para terminar el ciclo, os hablo de las cosas que me gustaría que se hubieran ahorrado. Son actitudes y maneras de actuar que no nos hacen ningún favor como adultos.
Yo no hace falta que lo diga más veces, escribí bastante sobre cómo me preocupa la educación de nuestros niños, en este post de Dumbo llamado Si yo dirigiera el mundo (como una camiseta que tengo), en este otro llamado Educar a los niños para ser emprendedores, o en este de Cómo la educación mata la creatividad. El caso es que a mi la escuela y el sistema educativo “tradicional” me parecen algo infernal. Yo creo en otro tipo de educación y en otros valores.
Es por eso que pienso mucho en cómo podemos desaprender todas esas ideas de lo bueno y lo malo que tenemos programadas en el cerebro desde nuestra más tierna infancia. Superándolas, podremos empezar a vivir de otra manera, y lo que es más, podremos crear empresas donde se actúe y se piense de otra manera, y podremos propagar como un virus la manera guay de enfrentarse a la vida. No como si fuéramos obreros sin personalidad, sino siendo líderes con criterio propio.
Líderes de nuestra propia vida.
Estas son 6 de las muchas cosas que aprendimos y que llevamos integradas que más me preocupan.
1. Las vacaciones son la mejor temporada del año y soportamos los días como podemos con la esperanza de que lleguen.
Seguir pensando así al hacerte adulto es señal de que no estás disfrutando para nada de tus días de trabajo, de que no estás haciendo algo que te llena. Obviamente a todos nos gustan las vacaciones y poder no hacer nada, pero cuando la tarea diaria es aburrida y no va contigo ni con tus aspiraciones, el no tener motivación te lleva a pensar de forma escapista y desear todo el tiempo estar en otro lugar, ya sea que llegue el sábado o que venga agosto.
2. Esperar a ser criticado todo el tiempo y saber que si te critican es que lo has hecho mal y te van a suspender.
Si en tu trabajo estás sometido a una crítica constante, como en el colegio, y esperar a que te evalúen constantemente y que alguien decida por ti cómo estás haciendo las cosas es tu manera de enfrentarte a tus tareas diarias, no estás haciendo nada por tu crecimiento y tu autoestima. Estás siendo un ser doblegado ante el criterio de otra persona. Y eso es bastante duro de soportar si tienes criterio propio.
3. Todo irá bien si haces todo lo que te dicen y repites las cosas tal y como te las han enseñado.
De adulto, aplicar eso que nos enseñaron en el cole, te convierte en un ser absolutamente mediocre. Necesitas tener iniciativa y hacer algo mejor que los demás, demostrar que tienes personalidad y pensamiento crítico, que puedes decidir las cosas por ti misma. ¿Por qué repetir lo mismo de siempre? ¿Por qué hacer lo que todos hacen? Las personas y las empresas que destacan son las que han labrado su propio camino, buscando vías quizás más difíciles pero también más satisfactorias. No quieres ser una oveja en el rebaño, yo al menos no quiero. Quiero buscar mis propias soluciones a mis propios problemas.
4. Lo normal es que todo esté planificado al detalle y tengas una serie de tareas que hacer de una serie de formas establecidas y tú nunca decidas nada.
Si presentarte a tu hora, cumplir con lo justo y hacer ahora esto y ahora lo otro y ahora esto que es más urgente porque yo lo digo y largarte a tu hora (o más allá porque es lo que se espera de ti) es lo que haces… ¿crees que estás haciendo algo bueno para ti? ¿crees que en algún momento reunirás valor para enfrentarte a tanta norma y tanto horario y tanta rutina y comodidad? Pensar por cuenta propia es bastante más difícil y costoso que dejarse llevar. Obviamente un emprendedor no se deja llevar por nada ni nadie. Un emprendedor tiene que decidir cada cosa que hace, cada minuto de su vida. Si no estás preparada para tomar decisiones, quizás tener tu propio negocio no sea un camino agradable.
5. No puedes ser diferente, eso te hace débil y más sometido a ataques y burlas.
En el mundo de los adultos, en el mundo de los negocios y en el mundo de los seres con personalidad, los diferentes son los que ganan. Los que piensan más y mejor y más allá, los que le dan la última vuelta de tuerca a lo que se hace normalmente, los que tienen ese toque excéntrico y especial. En el mundo de los niños, ya se sabe que el gordito, el gafitas, el orejudo, el que no lleva nocilla para desayunar o el que tiene un ojo más grande que otro y el que no tiene los rotuladores que tocan acaba pagando el pato. Como adultos sabemos que es la diferencia lo que nos hace fuertes. Como empresas y como marcas también. Así que olvidemos esa mierda de ser todos iguales. No queremos ser todos iguales. A mi al menos me horroriza la idea de ser igual que alguien.
6. El éxito se mide en términos de inteligencia y tontunez, cuando lo único que demuestran los exámenes es memoria.
En un mundo como el nuestro es de idiotas juzgar la inteligencia de cualquiera por su memoria, ¿verdad? Pues así nos enseñaron a hacerlo, y así se sigue haciendo en oposiciones y montones de exámenes para montones de puestos. Y seguimos creyendo que los mas listos son los que tienen mejores notas en la selectividad, en la uni y en los doctorados. Pues no. Como líderes de un proyecto, tenemos que empezar a olvidar las varas de medir que nos dieron nuestros padres, profes y jefes. Es nuestro deber valorar a la gente según valores e ideas que van más allá de lo que estudió, de si estudió, de si le expulsaron 7 veces de un colegio o si fue a educación especial porque tenía dislexia. Tenemos el compromiso de hacer un mundo mejor y no vamos a poder hacerlo si seguimos guiándonos por todo lo que nos dijeron sin cuestionarlo siquiera.
Seguro que hay más ideas que te metieron en tus tiempos de tierna infanta (ji) que aún perduran (y hacen daño) en tu conciencia.
Fuente: Oyedeb