Uno de los más graves está sucediendo en la India dónde cada año se suicidan unos 20.000 agricultores, al comprobar desesperados el engaño de las semillas transgénicas.
De pronto se encuentran que no hacen ni el dinero suficiente para pagar
las malditas semillas transgénicas de arroz y algodón y se dan cuenta
que a la vez han perdido todas las semillas autóctonas de arroz que
tenían, con las cuales sin ningún coste, podían resembrar año tras año, y
alimentar como mínimo a su familia.
El instrumento para suicidarse es un trago del pesticida, que antes con
sus semillas no les hacía falta utilizar, y que ahora como modernidad
impuesta, tampoco pueden pagar.
Son ya infinidad de estudios científicos imparciales que piden que se
pare de introducir alimentos modificados genéticamente en la cadena
alimentaria.
En experimentos de laboratorio, alimentando ratas con estos alimentos
(Soja, Maíz, patatas, etc.) resultan con afectaciones graves su hígado,
páncreas y riñones, alteran su sistema inmunológico y disminuyen su
fertilidad.
Estos estudios científicos, todos en inglés, se pueden encontrar en este enlace:http://www.somloquesembrem.org/index.php?id=33&hover=14
Y un resumen de un experimento ruso, comentado en español, en este otro enlace: http://www.rel-uita.org/agricultura/transgenicos/amenaza-a-bebes.htm,
A pesar del rechazo que provocan en la Sociedad Europea los alimentos
transgénicos, por sus probables consecuencias en la salud de las
personas, las Multinacionales farmacéuticas que monopolizan la obtención
de semillas a nivel planetario, siguen adelante en su sofisticación de
la técnica de dominación de los genomas vegetales.
Gracias a una técnica denominada "Tecnología de restricción del uso
genético" (TRUG) vulgarmente denominada "Terminator", hará posible
semillas suicidas.
Es decir las semillas saldrán programadas para nacer una sola vez,
haciendo que su descendencia sea estéril, para evitar que el agricultor
las pueda volver a sembrar sin ningún coste.
Pero el que todavía es más grave, es que la Unión Europea, subvencione
con el dinero de todos los ciudadanos, a aquellas empresas mafiosas,
para que encubran la maldad de la semilla suicida o "Terminator".
El "Proyecto Transcontainer " (subvencionado por la Unión Europea) http://www.transcontainer.wur.nl/UK/About/
pretende que en lugar de tener una semilla la propiedad suicida, se
transforme en una semilla "Zombie", con posibilidades de recuperar su
fuerza germinativa por medio de una nueva Tecnología de Extirpación de
genes, denominada "Exorcista".
Es decir, si un agricultor quiere sembrar un segundo año, semilla hecha
por él mismo a partir de una semilla transgénica comprada el año
anterior, deberá pagar a la Industria farmacéutica por aplicar la
tecnología "Exorcista", (un producto químico por ejemplo) para recuperar
la vida de aquella semilla medio muerta, obtenida de segunda
generación.
Las preguntas que nos podemos hacer son:
¿Realmente necesitamos de tanta tecnología sucia e interesada para
producir alimentos? ¿Si piensan algunos desalmados que cereales aptos
para alimentar humanos hambrientos deben convertirse en eco-combustibles
para los vehículos con la excusa de contaminar menos el medio ambiente,
no deberemos pensar también el resto mayoritario de humanos en producir
e ingerir alimento (nuestro combustible) producido de forma ecológica y
no tan manipulada genéticamente?
¿O es que tal vez ingerir alimentos cada día más rellenos de aditivos
químicos, insecticidas, fungicidas, antibióticos y modificaciones
genéticas, es una estrategia de estas malditas empresas, para tener a la
sociedad siempre medio enferma?
Tener clientes a perpetuidad ligados a la poderosa industria
farmacéutica es un gran negocio y mucho más teniendo en cuenta que solo
se dedican a producir medicamentos que no curen, pero que sí sirven para
hacer crónica la enfermedad.
Afirmar esto puede parecer muy fuerte, pero solo hace falta interesarse
en leer la entrevista que el periódico La Vanguardia hizo al Premio
Nobel de Medicina, Dr. Richard J. Roberts, el día 27 de Julio del 2.007
en el espacio "La Contra" titulada "El fármaco que cura no es rentable" http://www.lavanguardia.es/free/edicionimpresa/20070727/53380162760.html.
Y más espeluznante todavía es leer el informe elaborado por la monja
catalana Teresa Forcades, Doctorada en medicina titulado "Los Crímenes
de las Grandes Compañías Farmacéuticas".
Se puede obtener en este enlace http://www.fespinal.com/espinal/llib/es141.pdf
Es además muy preocupante que las multinacionales Monsanto,
Singenta-Novartis, Bayer, Basf… que dominan el mundo de las semillas, a
la vez tengan potentes industrias farmacéuticas y de alimentación. Son
intereses muy contrapuestos que haría falta separar por el bien de la
humanidad, puesto que salud y alimentación van íntimamente relacionadas y
son parámetros que habrían de estar excluidos de la locura especulativa
y de la manipulación genética en que han entrado estas empresas.
Aunque más alarmante es, que quien teóricamente nos tendría que defender
de los abusos de estas industrias, léase Comisión Europea con su
Presidente Barroso a la cabeza , se venda a sus intereses , aprobando la
legalización de una patata transgénica de Basf, http://www.greenpeace.org/espana/news/100302-02
con estudios que demuestran su peligrosidad, en contra de la opinión
mayoritaria de un Parlamento Europeo que cada día se está convirtiendo
mas en un lugar de simple pastoreo político, sin ningún poder
democrático sobre la Mafia organizada en torno la Comisión Europea.
¿De qué nos sirve votar a un Parlamento Europeo y mantener a cientos de
Diputados y miles de funcionarios, si quien realmente gobierna son
títeres como el Sr. Barroso a las órdenes de estas Industrias
Farmacéuticas?
¿A qué esperan para rebelarse al menos los diputados que discrepan de
las decisiones fascistas de los órganos europeos de gobierno
antidemocráticos?
Por dignidad todos a casa y a organizar conjuntamente con la Sociedad unas nuevas bases de auténtica democracia participativa.
Suiza puede ser un buen ejemplo de participación ciudadana. Por
referéndum popular vinculante, convocado por el mismo pueblo suizo, con
el aval de 100.000 firmas, pudieron prohibir hace años los transgénicos.
Fuente: Ecoportal
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