Repetidos experimentos, avalados por numerosos científicos, han comprobado la existencia de fenómenos de percepción extrasensorial; sin embargo, el mainstream de la ciencia sigue rechazando a la telepatía, acaso víctima de un nuevo dogma, avatar de una estrecha visión religiosa.
La ciencia lleva la voz dominante de lo
que es real en nuestra cultura. Su método de obtención de conocimientos,
aparentemente objetivo y riguroso, se ha erigido como el más efectivo
dentro de nuestro paradigma sociocultural. Sin embargo, como antes la
religión, que tanto criticó, la ciencia ha construido una autoridad
oficial que en ocasiones legisla a través del dogma.
Un caso que parece demostrar lo anterior
es el de la telepatía o la percepción extrasensorial (ESP, en inglés).
Como bien muestra Chris Carter,
maestro por la Universidad de Oxford, en un reciente ensayo, existen
numerosas pruebas científicas que comprueban la existencia de la
telepatía y sin embargo ésta es considerada como una aberración del
pensamiento mágico insuperado por las conciencia primitivas que merodean
las afueras de los laboratorios y las universidades.
Carter traza la historia del sesgo
(paradójicamente) irracional que existe en contra de la telepatía que
recurrentemente se manifiesta en la ciencia. Por ejemplo, recientemente
el famoso psicólogo escéptico Richard Wiseman admitió que la evidencia
que se tiene de la telepatía es tan buena que “para los estándares de
cualquier otra área de la ciencia está comprobada”. Carter trae a
colación que esto viene sucediendo desde décadas atrás. El psicólogo
Donald Hebb escribió en 1951:
¿Por qué no
aceptamos la percepción extrasensorial como un hecho psicológico? Rhine
ha ofrecido suficiente evidencia para convencernos en casi cualquier
otra cuestión. Personalmente, no aceptó la percepción extrasensorial
porque no hace sentido. Mi criterio externo, tanto de física como de
fisiología, dice que la la percepción extrasensorial no es un hecho pese
a la evidencia de que ha sido reportada. No puedo ver que otra base
tienen mis colegas para rechazarla. Rhine puede acabar estando en lo
correcto, improbable como pienso que es, y mi propio rechazo de esta
perspectiva es –en el sentido literal– prejuicio.
Cuatro años después George Price publicó un artículo en la prestigiosa revista Science:
Los creyentes en los
fenómenos psíquicos… parecen haber dado con una decisiva victoria y
virtualmente silenciado a la oposición. La victoria es el resultado de
cuidadosa experimetación e inteligente argumentación. Docenas de
experimentadores han obtenido pruebas positivas de percepción
extrasensorial en experimentos, y los procedimientos matemáticos han
sido aprobados por los más destacados estadísticos… Contra esta
evidencia, casi la única defensa que le queda al científico escéptico
es la ignorancia.
George Price, del departamento de
medicina de la Universidad de Minnesota, sin embargo, dijo que ya que la
parapsicología y la ciencia moderna son incompatibles se debía rechazar
la telepatía –como si el edificio de la ciencia moderna hubiera sido
construido con oro solido y nada pudiera mancillarlo o derribarlo (o
todo aquello que amenazara con hacer esto debería de ser marginado).
Los anteriores ejemplos muestran
claramente que los escépticos consideraban que si la telepatía fuera un
campo de investigación como los otros que investiga la ciencia, ya
habría sido aceptada como una realidad. Sin embargo, por ser un caso
especial se requiere “evidencia extraordinaria”. Pero esta evidencia
extraordinaria contrasta con la experiencia ordinaria de miles y miles
de personas que viven la telepatía como algo común en sus vidas
cotidianas.
Curiosamente, según un par de encuestas
citadas por Carter, incluso los físicos se inclinan en más de un 50% a
creer que la telepatía existe, pero los psicólogos se inclinan a negar
esta posibildad.
Una
de las principales razones por las que los científicos se oponen a la
telepatía, pese a las pruebas experimentales, es que supuestamente, en
palabras de Richard Dawkins “pone de cabeza las leyes de la física”.
Pero esto, según Carter, en realidad solo aplica a la física clásica, y
no a la física cuántica actual. No ocurre una contradicción con el
modelo de la física cuántica actual, en el que partículas subatómicas
exhiben una conexión instantánea a distancia, lo que se conoce como
entrelazamiento cuántico, repetidas veces probado en el laboratorio
desde el seminal experimento de Alain Aspect en 1981.
En el esfuerzo de entender cómo funciona la telepatía desde un modelo científico es interesante revisar el trabajo de Rupert Sheldrake,
quien no sólo ha realizado experimentos midiendo la telepatía humana y
animal, sino que ha establecido una base teórica para entender la
percepción extrasensorial, particularmente la transmisión psíquica de
información a distancia. Sheldrake ha observado indirectamente la
existencia de lo que llama “campos mórficos” o “campos morfogenéticos”,
los cuales almacenan la memoria de una especie incorpóreamente.
Sheldrake sugiere que los seres vivos entran en un estado de resonancia
con estos campos –o con otros miembros de su especie– y de esta forma
reciben información puntual a distancia.
Quizás sería bueno recordarles a algunos
científicos como las creencias religiosas en su momento fueron el
enemigo principal del conocimiento… como la creencia en general va en
detrimento de la inteligencia. Ya que su creencia en un modelo del mundo
les impide observar sin filtros los datos experimentales que se
contraponen a su visión de cómo son las cosas (una visión que es más un
cómo deberían de ser las cosas). Todos proyectamos nuestros
pensamientos y creencias en el mundo, pero supuestamente la ciencia
estaba libre de esto. Una ciencia que por otro lado ha descubierto que
esa proyección, ese acto de observación con un instrumento, modifica la
realidad observada.
Fuente: PijamaSurf
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