Quizá porque se trataba de un buque que transportaba refugiados alemanes en plena Segunda Guerra Mundial o quizá porque fue hundido por los torpedos lanzados desde un submarino soviético cuando no representaba ninguna amenaza, el hundimiento del Wilhelm Gustloff es una catástrofe poco conocida. Lo que sí es cierto siempre es que los perdedores no escriben la historia. Y es quizá por ello que la mayor tragedia de la historia de la navegación es prácticamente desconocida para casi todo el mundo.
Con la llegada del Ejército Rojo a Prusia Oriental, a finales de la 2ª Guerra mundial, se produjo una oleada de refugiados alemanes hacia el oeste. El motivo no era otro que escapar de las tropas soviéticas, ya que era bien sabido el trato que la población alemana podía recibir de estas. Ante el temor de sufrir las represalias más de un millón de refugiados se dirigieron a Danzig y otros puertos en el Báltico con la esperanza de ser evacuados. La salvación iba a llegar en forma de buques que los llevaran a la todavía segura Alemania.
Durante la gélida noche del 30 de enero de 1945, más de 60.000 de
aquellos refugiados alemanes se apretujaban en el muelle del puerto
báltico de Gotenhafen. En medio de una selva de empujones, golpes y
gritos, y luchando contra el pavor y el frío, se aquella gente se
afanaba desesperadamente por subir al crucero Wilhelm Gustloff, a bordo del cual podrían llegar a Dinamarca.
Esa noche de enero de 1945 el trasatlántico Wilhelm Gustloff zarpó del
puerto polaco de Gdynia -Hitler lo había rebautizado como Gothenhafen-
lleno hasta los topes, Heinz Schön, sobrecargo del barco y principal estudioso del suceso,
calcula que a bordo iban 173 tripulantes, 918 oficiales, suboficiales y
marinos de una división de guerra antisubmarina, 373 mujeres del Cuerpo
Femenino Auxiliar dela Kriegsmarine, 162 soldados heridos, 8.956
civiles, de los que se estiman que 4.000 eran niños. En total, 10.582
personas a bordo. Pero la verdad, nadie pudo contar con rigor a
todos los que embarcaron.
Un grupo de mujeres haciendo el saludo nazi sobre la cubierta Wilhelm Gustloff
Sólo 1.239 personas (otras fuentes señalan poco más de
900) pudieron ser rescatadas vivas por los buques alemanes que se
encontraban en las cercanías. El mar, relataron los testigos, aparecía
como un tenebroso paisaje cubierto de cadáveres con salvavidas.
Sin buques de guerra para escoltarlo y con sólo 12 lanchas salvavidas
colgando de los pescantes, navegaba lentamente por el Báltico, por lo
que se convirtió en un blanco fácil para los submarinos rusos. A las
23.08 del 31 de Enero, uno de ellos, el S13, le lanzó tres torpedos. El
Wilhelm Gustloff volcó y 2.000 refugiados de la cubierta de paseo más
baja se ahogaron de inmediato. Cerca de una hora más tarde el
trasatlántico se hundía
en las heladas aguas del Báltico. El resultado de su hundimiento fue la
muerte de 9.343 hombres, mujeres y niños, varias veces más que en el hundimiento del Titanic. Antes del fin de la
guerra -4 meses después- los submarinos soviéticos hundieron 23 buques
más.
El nazismo agonizante no quiso desmoralizar aún más al atormentado pueblo alemán divulgando la escabechina que estaba sufriendo en el Báltico. Y a los aliados no les apeteció explicar al mundo libre que andaban hundiendo barcos civiles repletos de refugiados y prisioneros. Por eso, un silencio cómplice envolvió en la niebla de la historia lo sucedido durante la operación Aníbal.
El nazismo agonizante no quiso desmoralizar aún más al atormentado pueblo alemán divulgando la escabechina que estaba sufriendo en el Báltico. Y a los aliados no les apeteció explicar al mundo libre que andaban hundiendo barcos civiles repletos de refugiados y prisioneros. Por eso, un silencio cómplice envolvió en la niebla de la historia lo sucedido durante la operación Aníbal.
Hoy en día el Gustloff reposa, en tres secciones, a 90 metros de
profundidad. En 2004 se organizó una expedición para filmar sus restos.
Fuente: Unabrevehistoria
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