El concepto de 'obsolescencia programada' surgió entre 1920 y 1930, con la intención de crear un nuevo modelo de mercado: el de la fabricación de productos que tienen una durabilidad corta de manera premeditada
Bombilla en funcionamiento ininterrumpido desde hace más de 100 años (www.centennialbulb.org)
Durabilidad y amenazas de muerte
Aunque
parezca increíble, el español que inventó una bombilla que apenas gasta y
que dura toda la vida (25 años de garantía), ha recibido amenazas de
muerte, las mismas que están en manos de la policía, con el objetivo de
que no siguiera adelante con la comercialización de su bombilla.
También
recibió ofertas millonarias para no sacarla a la venta, que no fueron
aceptadas. Benito Muros, que ha fabricado junto a un grupo de ingenieros
esta bombilla, lejos de amilanarse por las amenazas o enriquecerse por
estas ofertas, ha fundado el movimiento Sin Obsolescencia Programada (SOP). Este
movimiento denuncia la insostenibilidad y hasta la inmoralidad de un
modelo de mercado que pone en peligro el planeta y el bolsillo de los
ciudadanos.
En su página de Facebook, SOP describe cómo el
concepto de 'obsolescencia programada' surgió entre 1920 y 1930, con la
intención de crear un nuevo modelo de mercado: el de la fabricación de
productos que tienen una durabilidad corta de manera premeditada.
Obligan
de esta manera a los consumidores a comprar nuevos productos de forma
acelerada y sin una necesidad real. “Su objetivo fue y es el lucro
económico inmediato, sin que tengan ningún valor el cuidado y el respeto
del medio ambiente ni del ser humano, contaminando y sobre explotando
los recursos naturales de nuestro planeta”, señala el movimiento en
Facebook.
Sobre el tema, existen también muy buenos documentales,
altamente recomendables, como el titulado 'Comprar, tirar, comprar' de
Cosima Dannoritzer, que describe las devastadoras consecuencias de este
modelo; y 'La historia de las cosas', documental de 20 minutos
disponible en Youtube, escrito y narrado por Annie Leonard, que 12
millones de personas ya han visto en línea y que se proyecta en
numerosas escuelas.
De la historia a las modernas sociedades del consumo
Muchos
somos los que aún nos preguntamos cómo los aparatos que antes
funcionaban por tiempo indefinido, hoy no tienen una durabilidad más
allá de los cinco o seis años.
En el pasado existían frigoríficos que duraban 30 años; las primeras medias que se fabricaron eran irrompibles y que existe una bombilla en un parque de bomberos de California que lleva 111 años encendida
De pronto, dejan de funcionar y cuando
vamos a preguntar nos dicen que es más barato comprar uno nuevo que
pagar por las piezas de repuesto y la mano de obra. O simplemente, que
ya no existen piezas de repuesto en el mercado, cuando en tu memoria el
aparato “se compro el otro día”, como suele decirse.
Algo que ya
se ha vuelto habitual y que los más jóvenes ven como lo normal, no solo
no lo es, sino que el entramado de cosas que existe detrás, analizado
detenidamente, da pavor por sus consecuencias ya a corto plazo.
El
documental 'Comprar, tirar, comprar' relata cómo en el pasado existían
frigoríficos que duraban treinta años, que las primeras medias que se
fabricaron eran irrompibles y que existe una bombilla en un parque de
bomberos de California que lleva 111 años encendida.
Pero hoy,
multitud de productos, sobre todo electrodomésticos y aparatos
electrónicos, están programados para una corta vida, generando derroche y
un problema de contaminación y gestión de residuos incontrolables, si
no se toman medidas urgentes.
La razón es incontestable y de
sentido común: es un modelo de progresión infinita aplicado a un planeta
finito que cuenta ya con 7.000 millones de habitantes. De lo que se
deduce algo también de evidencia inmediata: estamos ante el punto de quiebre, tanto de un modelo de desarrollo económico, como de un modelo de civilización.
Una pregunta pertinente: ¿quién ha estado al volante?
El
masivo desarrollo científico y tecnológico del que ha hecho gala
nuestra actual civilización no cuadra a estas alturas, si no es al
servicio de un mundo verdaderamente posible, vinculado a un nuevo
humanismo, donde los valores de justicia, solidaridad y respeto por el
medio ambiente estén a la vanguardia y sean desenmascarados los
intereses que, buscando solamente el beneficio a corto plazo, han puesto
en riesgo al planeta y, con él, a la humanidad.
En su documental,
Annie Leonard denuncia que el 80% de los bosques originales ha
desaparecido, calculándose en 2.000 los árboles talados por minuto en el
Amazonas. Del otro lado del consumo, cada persona en EE.UU. está
expuesta a más de 3.000 anuncios publicitarios al día.
El 80% de los bosques originales ha desaparecido, talándose 2.000 árboles por minuto en el Amazonas
En
este contexto, florecen por doquier nuevas patologías que se traducen
en consumismo compulsivo para llenar el vacío existencial que produce un
materialismo embrutecido y rampante. Una vez más, como con la crisis
económica sin precedentes que sufrimos en la actualidad (según Barry
Elchengreen, ésta ha sobrepasado ya en alcance y destructividad a la
Gran Depresión), que ha tenido su origen en la desregulación y falta de
control del sistema financiero, es la locura de la avaricia sin límites
de unos pocos la que ha estado al volante.
Sostenibilidad, decrecimiento y nuevo humanismo
Todos
los movimientos que en la actualidad tienden a converger desde
diferentes ámbitos: ecologistas, economistas críticos con el sistema,
asociaciones de consumidores, movimientos ciudadanos como el 15-M
(quienes están tendiendo a la creación de servicios alternativos a
través de la red), asociaciones de cooperativas para la distribución
independiente de sus productos y el nuevo movimiento 'Sin Obsolescencia
Programada', etc. no se hacen ilusiones.
Son conscientes de que
no será de los políticos, ni de los poderes económicos que dominan en la
actualidad el aparato productivo, de donde vendrán las soluciones
urgentes que se necesitan.
Se apela a la responsabilidad de los
individuos y de la ciudadanía, para que se movilicen y hagan presión a
través de los distintos medios a su alcance, con el fin de crear una
consciencia creciente que obligue a la toma de nuevas medidas que hagan
viable este nuevo mundo fundamentado en otros valores y principios.
Entre
las nuevas corrientes de pensamiento político, económico y social se
encuentran las que abogan por el “decrecimiento”. Favorable a la
disminución controlada de la producción económica, éste tiene como
objetivo una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la
naturaleza, y de los seres humanos entre sí.
El reto estaría en vivir mejor con menos, buscando la simplicidad voluntaria
Abandonando
el crecimiento por el decrecimiento del liberalismo. Implica una
reflexión sobre bioeconomía y postdesarrollo que supone un cambio
radical en el sistema. También cuestiona la capacidad del modelo de vida
moderno para producir bienestar y critica el modelo neoliberal. El reto
estaría en vivir mejor con menos, buscando la simplicidad voluntaria.
Aquí también contarían aportaciones como la de E. F. Schumacher (Lo
pequeño es hermoso, 1973) y la economía budista, como aquella que
tiende a maximizar el bienestar y reducir al mínimo el consumo, la cual
guarda cierta relación con el concepto de “felicidad interior bruta” que pretende implementar en la actualidad el pequeño estado de Bután.
Son
ya cada vez más numerosas las aportaciones que claman porque no sea
papel mojado la Declaración del Milenio, resolución aprobada por la
Asamblea General de Naciones Unidas a 8 de Septiembre de 2000 que
contempla en su apartado 6: “Consideramos que determinados valores fundamentales son esenciales para las relaciones internacionales en el siglo XXI”.
Los
valores que enumera y describe a continuación son la libertad, la
igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto a la naturaleza y la
responsabilidad común. Todo apunta a que es más necesario que nunca la
emergencia de un nuevo paradigma económico, social y político, sustentado en los valores. El tiempo se acaba y todos somos responsables.
Fuente: LaGranÉpoca
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