Ningun conocimiento se nos da si no existe en nosotros la voluntad de conocer, ninguna droga nos salva si no queremos ser salvados.


"La experiencia más hermosa que podemos tener es lo misterioso. Es la emoción fundamental de la que
nace todo arte y ciencia verdaderos. Quien no la conozca y ya no pueda sorprenderse ni maravillarse, es
como si estuviera muerto y sus ojos estuvieran cerrados"

"Nada de lo que escuches, sin importar quien lo diga.
Nada de lo que leas, sin importar dónde esté escrito.
Nada debes aceptar, sin previo discernirlo.
Y por ti mismo, deberás decidir su validez o no.
¡Investiga!"


miércoles, 9 de enero de 2013

Pus en la Leche

No todos los productos de la biotecnología son para consumo humano. La rBGH, por ejemplo, es una versión sintética de una hormona natural que produce la vaca. Esta hormona creada mediante ingeniería genética, se le administra a la vaca lechera para que produzca más leche. 



Esta hormona creada mediante ingeniería genética, conocida como hormona recombinante de crecimiento bovino, se le administra a la vaca lechera mediante inyección para que produzca más leche.

¿Realmente hace falta más leche? Estados Unidos tiene desde la década de 1950 un excedente de leche tan enorme que el gobierno federal ha tenido que comprarlo a un costo total de $2,100 millones entre 1980 y 1985 para que su precio no baje a niveles catastróficos. Por lo tanto ni el consumidor ni el ganadero se benefician de un aumento en la oferta de la leche. Por el contrario, aumentar la cantidad de leche en el mercado bajaría su precio, lo cual sería desastroso para las pequeñas fincas lecheras operadas por familias. Las grandes fincas lecheras, mecanizadas y controladas por corporaciones agroindustriales, saldrían ganando ya que poseen la influencia política y las economías de escala necesarias para sobrevivir. El cierre de pequeñas fincas familiares y el crecimiento de la agricultura industrializada son dos fenómenos íntimamente ligados, y llevan al desempleo rural y la desestabilización de las comunidades rurales.

Independientemente de su impacto económico y social, la rBGH sigue siendo un problema, ya que presenta riesgos a la salud de las vacas y los seres humanos. La estructura molecular de la rBGH es distinta a la de su versión natural y la leche que se produce con su uso también es distinta.

Quien dude de los riesgos de esta hormona sintética sólo tiene que leer las contraindicaciones que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) obligó a Monsanto a ponerle al producto. Estas mencionan 21 efectos adversos sobre las vacas, incluyendo quistes en los ovarios, desórdenes uterinos, anomalías en los embarazos y problemas con
la placenta. En 1994, la National Farmers Union de Estados Unidos (NFU) estableció una línea telefónica para que los ganaderos informen problemas con la rBGH.

En los primeros meses, cientos de ganaderos llamaron para reportar, entre otras cosas, abortos espontáneos, novillos deformes y muertes de vacas. Algunos informaron que sus gastos en servicios veterinarios aumentaron de manera precipitada y otro estimó pérdidas de $100,000 por usar la hormona. Para 1995, la NFU anunció que, 60% a 90% de los ganaderos que usaban rBGH la habían dejado de usar en algunas regiones del país.

Muchos de los ganaderos reportaron un aumento en la incidencia de infecciones en las ubres de las vacas, condición conocida como mastitis. Esta infección no afecta solamente a los animales sino también a los humanos, ya que la leche de la vaca que sufre de mastitis contiene pus. Muchos ganaderos responden a la situación aumentando la cantidad de antibióticos que administran, y residuos de éstos acaban en la leche. Estos residuos pueden causar daños a la salud humana debido a que los antibióticos son químicos de gran potencia que sólo se deben usar con prescripción. Cuando el cuerpo consume antibióticos constantemente, como por ejemplo mediante residuos en la leche, estos pierden su efectividad, lo cual significa que en caso de que uno se enferme y realmente los necesite, no tendrán efecto.

Otro riesgo a la salud humana relacionado con la leche producida con rBGH es el cáncer. La FDA alega que no hay diferencia entre la leche rBGH y la leche normal, pero la leche rBGH tiene niveles elevados de la hormona de crecimiento IGF-1, la cual promueve la división celular y ha sido vinculada con el cáncer.

Los propios datos de la FDA demuestran que los niveles de IGF-1 en leche rBGH oscilan entre 25% y 70% por encima de lo normal.

La FDA y la industria lechera sostienen que no hay razón para preocuparse, ya que la IGF-1 se descompone en el sistema digestivo humano. Esta afirmación se basa en estudios científicos realizados por Monsanto y Eli Lilly, pero científicos independientes han criticado esos estudios y cuestionado su metodología. Un estudio publicado en el ejemplar de agosto de 1995 del Endocrinology Journal concluye que la IGF-1 sí puede existir en el sistema digestivo humano si viene acompañada de caseína, que es la proteína principal de la leche de vaca.

Mientras tanto, la evidencia de la carcinogenicidad de la IGF-1 va en aumento. Hombres con niveles elevados de IGF-1 tienen cuatro veces más probabilidad de contraer cáncer de la próstata, según un estudio publicado por la revista Science en 1998; y en mayo de ese mismo año, la revista médica inglesa Lancet publicó un estudio que sostiene que las mujeres en
premenopausia con niveles elevados de IGF-1 tienen siete veces más probabilidad de desarrollar cáncer en el seno. Tras llevar a cabo un estudio sobre los efectos de la IGF-1 sobre la salud humana, el doctor Samuel Epstein, profesor de la Universidad de Illinois, declaró que Estados Unidos, con la complicidad de la FDA, es sujeto de un experimento masivo con adulteración de la leche, el cual pone en riesgo a la totalidad de la población del país.

La campaña contra esta hormona comenzó cuando John Kinsman, un ganadero de Wisconsin, descubrió que en el Centro de Estudiantes de la Universidad de Wisconsin, recinto de Madison, estaban sirviendo helado hecho con leche de vacas que habían sido inyectadas con rBGH. Los estudiantes estaban siendo usados como conejillos de indias sin su conocimiento, ya que rBGH no había sido aprobada para consumo humano aún. Kinsman viajó a Madison en medio del invierno y realizó un piquete
solitario con una pancarta en la que le explicaba a los estudiantes lo que estaban consumiendo.

Agrupaciones como la Foundation on Economic Trends, la Pure Food Campaign, Food and Water y Rural Vermont se unieron a la lucha y pusieron a trabajar juntos agricultores, consumidores y defensores de derechos de animales contra la hormona rBGH. Pero la gesta de Kinsman fue clave. "La campaña de una sola persona que realizó Kinsman fue la chispa que ayudó a poner en pie una alianza a nivel nacional de agricultores y ciudadanos que retrasaría por varios años la aprobación del gobierno para el uso comercial de la hormona", según Brian Tokar.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó la rBGH para uso comercial en 1994, pero la campaña de oposición se intensificó como resultado. Cuando ganaderos comenzaron a reportar vacas con problemas de salud como resultado de la hormona, se realizaron protestas de ganaderos y consumidores, que obtuvieron cobertura periodística a nivel nacional. Ni siquiera los ganaderos y procesadores de leche que no usaban la hormona se salvaron de la controversia, ya que Monsanto amenazó con demandarlos si le informaban al consumidor que su producto estaba libre de rBGH.

En Canadá la historia fue distinta. Cuando los medios noticiosos de ese país anunciaron en noviembre de 1988 que la hormona estaba siendo probada con rebaños cuya leche estaba siendo secretamente mezclada con la leche que iba a los supermercados, la reacción del público fue fúrica e inmediata. Una procesadora en la provincia de Columbia Británica recibió sobre seicientas llamadas de protesta en una sola mañana, paralizando 17 líneas telefónicas. Ese fue solo el comienzo de una poderosa y determinada campaña popular que duró once años. Entre los agricultores, activistas y ciudadanos de todas las profesiones y sectores de la sociedad que participaron en esta lucha, se destacaron la ganadera Lorraine Laponte y el autor y activista Brewster Kneen, quienes juntos fundaron la Pure Milk Campaign, el primer esfuerzo organizado para informar al público canadiense sobre la rBGH.

La campaña resultó en un triunfo para el pueblo canadiense y una apabullante derrota para Monsanto. En 1999 el gobierno de Canadá denegó permiso para vender leche de vacas tratadas con la hormona, convirtiendo así al país entero en una zona libre de rBGH. "La resistencia a la rBGH en Canadá fue un movimiento de base que persistió y creció por sobre diez años", comentó Lucy Sharratt, activista que participó de la campaña. "La diversidad de la oposición fue su mayor fuerza."

Carmelo Ruiz Marrero 
Fuente: Ecoportal

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario aquí