Un nuevo paseo por los sentimientos de la mente humana con la incalculable ayuda de "Las zonas oscuras de tu mente" de Ramiro Calle
En esta ocasión, nos referiremos a un interesante tema, la autoexigencia.
La autoexigencia, consiste en un término que define lo que esperamos nosotros, de nosotros mismos.
Nosotros necesitamos tener un autocontrol de
nosotros mismos, conociéndonos bien y siendo dueños de nosotros, si no
conseguimos esto, podemos llegar a ser nuestro propio esclavo.
En psicología, cuando nos referimos a la
autoexigencia, nos referimos a cuando una determinada persona (el
paciente), se excede de los limites de sí mismo y este se convierte en
esclavo de sus obligaciones.
Las personas autoexigentes, suelen llevar
agregado un componente sadomasoquista, volviéndose déspota, autoritario,
exigiendo a los demás como se exige el mismo.
La persona que sufre la autoexigencia, no reconoce sus propios límites, ni se da cuenta que su misión en la vida es luchar por esforzarse para mejorar su rendimiento.
Esto lo realiza con la intención escondida
de demostrar que vale, con un gran afán de destacarse, cuando realmente
es una estrategia para esconder una baja autoestima.
La conducta de la autoexigencia, es habitual
en todas las actividades de la vida diaria de la persona que la sufre,
tanto en el trabajo, como en el estudio, como también en sus afectos.
La autoexigencia es una actitud insana, la cual, en muchas ocasiones puede ser patológica.
Una exigencia moderada y equilibrada seria
una actitud constructiva, pero una autoexigencia desmesurada, así como
una autocrítica exacerbada provoca dolor, confusión, desaliento y
desesperación a la persona autoexigente.
La persona exageradamente autoexigente no se admite ella misma e incluso puede llegar a rechazarse ella misma.
Estas personas acostumbran a ser narcisistas, por ello desfallecen cuando no logran alcanzar sus altos objetivos.
Curiosamente la persona autoexigente, suele
poner un gran énfasis en reprocharse a sí mismo aspectos que no merecen
ese reproche, en cambio no ven sus aspectos reprochables.
La autoexigencia genera una distorsión del
conocimiento propio, consigue que la persona se sienta muy desdichada,
psíquicamente hundida, al no poder alcanzar sus ideales egocéntricos.
Estas personas no suelen asumir su yo
interno, este suele ser inmaduro o dividido, por ello busca ese yo
idealizado, pero cuando no consigue alcanzarlo se reprocha su impotencia
y entra en estados psíquicos que la atormentan, lo cual consiste en un
modo subconsciente de autocastigarse.
Los autoexigentes no aceptan sus debilidades, ni sus errores, ni a ellos mismos.
En muchas personas, la autoexigencia,
proviene de sucesos de la niñez, si en la edad infantil ha sido
menospreciado en su autovaloración, sintiéndose fracasado en sus
esfuerzos para estar a la altura de las exigencias, también idealizadas
de sus padres.
La mejor ayuda para la persona autoexigente
es la humildad, quizás con esta actitud descubra que no tiene que ser la
mejor, ni luchar con el mundo por algo que no necesita luchar.
La persona necesita potenciar su
autoconocimiento para ir conociendo sus posibilidades y no exigirse
cosas que solo le llevan a padecer, sin obtener nada a cambio.
Resumiendo, que la persona autoexigente se
exige tanto que llega a ser narcisista y egocéntrica, todo ello para
esconder su debilidad y sus miedos.
Para luchar contra la autoexigencia, es
necesario adquirir buenas dosis de humildad, olvidar luchar con el mundo
para ser más que el mundo y más que el mismo.
Lo primero que ha de aceptar este tipo de
personas es que no tienen que hacer todo mejor que nadie, los demás
también pueden hacer las cosas bien.
Fuente: Globedia
Fuente: Globedia
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