Muchas veces, se persigue la espiritualidad para superar la sensación de confusión. Sin embargo, nos clarificamos cuando logramos abrazar la confusión como parte del despertar a nuestra verdadera naturaleza.
Estar confundidos es un avance enorme…ya que se produce cuando nos
comenzamos a desmantelar de convicciones y creencias “seguras”
Pensemos en la confusión como en la maduración de una flor. La
confusión simboliza que la flor olvida todos los recuerdos de cuando era
una semilla, y así, pueden abrirse, develando su verdadera identidad de
flor…mas ninguna semilla puede prever su estado de flor…así nos
sentimos cuando entramos en brazos de la confusión…ya no somos algo…mas
no percibimos aún el florecer que sigue.. Como los recuerdos de ser una
semilla se olvidan, la flor, puede experimentarse no solo como flor,
sino que ante ella se abre la inmensidad del jardín para explorar en el
viaje único del florecer, fuera de la seguridad de la semilla que ya no
es.
Durante nuestra experiencia de florecimiento, cualquier sensación de
confusión nos invita a dejar de lado todas las creencias,
identificaciones y apegos, todas las ideas de uno mismo, al igual que la
flor metafóricamente se olvida de ser una semilla.
Irónicamente, el mismo camino espiritual nos lleva a perseguir nuevas
formas para despertar rápidamente, que al final lo hacen más largo,
plagado de distracciones. Cada vez que comenzamos la búsqueda de
infinitas ideas espirituales, o constantemente nos involucramos en más y
más prácticas, corriendo de una escuela a otra, de un grupo a otro,
pasamos por alto la simplicidad de entregarnos a la confusión…pues
pensamos que es algo a evitar…la mente pierde terreno y seguridad…el ego
tiene que estar siempre buscando…y esa, es la manera más directa de no
encontrar nada.
Como evitamos la confusión buscando una comprensión de conceptos,
solemos caer en la angustia o la sensación de fracaso…derivados de una
espiritualidad prestada obtenida desde afuera.
Es el momento de enfrentar la confusión con la inocencia y curiosidad de un corazón abierto.
Una vez que surge la confusión, lo único que tenemos que hacer es
relajarnos en ella, como una semilla que finalmente ha encontrado un
hogar en el suelo, que empieza a echar raíces en un camino de
crecimiento que solo lleva a crecer…mas no avizorando aún la flor.
Las semillas no suelen necesitar demasiada persuasión una vez que las
plantas, ni las flores requieren reglas específicas a seguir, ni los
arroyos precisan un sin fin de ideas para saber cómo fluir.
Todo lo que necesitan es el cuidado y la amorosa atención de los elementos naturales que la Vida les provee, sin esfuerzo.
El viaje espiritual puede incluir obtener conocimientos, la
repetición de prácticas, y otros estímulos al comienzo de la jornada,
pero eso es solo “la zanahoria atada al palo” que la Verdad nos pone
enfrente para que sigamos andando. Si bien estas experiencias nos
satisfacen al comienzo del viaje, las vamos descartando en el camino.
Mientras esto ocurre, sí o sí, tenemos que abandonar nuestras ideas de
“seguridad personal”, para permanecer abiertos, aún confundidos sobre lo
que sigue o lo que creíamos seguro, porque es de esa confusión, de ese
no tener de dónde asirnos…que afloran nuestros niveles más profundos.
¿Estamos dispuestos a relajarnos en la confusión y descubrir en
nosotros mismos lo que ningún concepto espiritual organizado es capaz de
revelarnos? ¿O seguiremos dedicándonos, tiempo completo, a repetir
citas de otros, debatir ideas sobre la verdad, y participar en prácticas
que nunca llevan más que a la necesidad de más prácticas.
Cuando escribo, trato de no perder de vista que…"No importa lo que
sienta como adecuado para mí, en cualquier etapa del viaje, nadie nunca
recibirá realmente ayuda si no le dejo navegar en su propia
incertidumbre"…pues mis respuestas, no son sus respuestas.
Generalmente pasamos por alto las bendiciones de la confusión y la
incertidumbre…y terminamos enredados en nociones de la verdad que otros
nos proveen…pero que no nos satisfarán y seguiremos dando vueltas en la
rueda “del que sabe” (ilusoriamente, claro) sin poner conectar con la
parte nuestra que “todo lo sabe”
Los demás, solo pueden ofrecernos formas conceptuales de claridad
espiritual…mas ellas, no sobreviven mucho tiempo si abriendo el corazón
con inocencia y honestidad, nos percatamos de la enorme entrega de la
flor que dejando la seguridad de la semilla, en total incertidumbre,
sale a la Luz y encuentra un jardín de posibilidades en el cual florecer
como SI MISMA.
Si aspiramos a despertar a la madurez espiritual, descartemos toda
idea, creencia o concepto que ya sólo nos sirva para alimentar la mente
hambrienta, y atrevámonos a AMAR A TODO Y TODOS…sean como sean…no
importa en qué momento estén en su conversión de semilla a flor…o de
piedra a arena…o de flor a fragancia…
Una semilla…puede impacientarse…mas confiemos en que el sol, sabe
siempre, sin apresuramientos…cuando es hora de romper la cáscara y salir
a la Luz.
Fuente: Elblogdetahita
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