Stanley Milgram (Nueva York, 15/08/1933 - 20/12/1984) fue un psicólogo graduado de la Universidad de Yale que condujo “los experimentos del mundo pequeño” (la fuente del concepto de los seis grados de separación) y el “Experimento de Milgram” sobre la obediencia a la autoridad. De familia hebrea, su padre era húngaro y su madre rumana.
En el
experimento original, el 65% de los participantes (26 de 40) aplicaron
la descarga de 450 voltios, aunque muchos se sentían incómodos al
hacerlo.
Aunque se lo considera uno de los más importantes psicólogos del siglo XX, Milgram nunca estudió psicología durante sus estudios de ciencias políticas en Queens College, Nueva York, donde se graduó en 1954. Se presentó a un postgrado en psicología social en laUniversidad de Harvard y fue rechazado inicialmente a causa de falta de estudios de psicología. Fue aceptado en 1954 después de tomar seis cursos de psicología y se graduó en 1960.
Procedimiento
A través de
anuncios en un periódico de New Haven (Connecticut) se reclamaban
voluntarios para participar en un ensayo relativo al “estudio de la
memoria y el aprendizaje” en Yale, por lo que se les pagaba
cuatro dólares (equivalente a 28 dólares actuales) más dietas. A los
voluntarios que se presentaron se les ocultó que en realidad iban a
participar en un investigación sobre la obediencia a la autoridad. Los
participantes eran personas de entre 20 y 50 años de edad de todo tipo
de educación: desde los que acababan de salir de la escuela primaria,
trabajadores de la construcción, telefonistas o barberos, exceptuando a estudiantes universitarios y doctorados.
El
experimento requiere tres personas: El experimentador (el investigador
de la universidad), el “maestro” (el voluntario que leyó el anuncio en
el periódico) y el “alumno” (un cómplice del experimentador que se hace
pasar por participante en el experimento). El experimentador le explica
al participante que tiene que hacer de maestro, y tiene que castigar con
descargas eléctricas al alumno cada vez que falle una pregunta.
A
continuación, cada uno de los dos participantes escoge un papel de una
caja que determinará su rol en el experimento. El cómplice toma su papel
y dice haber sido designado como “alumno”. El participante voluntario
toma el suyo y ve que dice “maestro”. En realidad en ambos papeles ponía
“maestro” y así se consigue que el voluntario con quien se va a
experimentar reciba forzosamente el papel de “maestro”.
Separado por
un módulo de vidrio del “maestro”, el “alumno” se sienta en una especie
de silla eléctrica y se le ata para “impedir un movimiento excesivo”. Se
le colocan unos electrodos en su cuerpo con crema “para evitar
quemaduras” y se señala que las descargas pueden llegar a ser
extremadamente dolorosas pero que no provocarán daños irreversibles.
Todo esto lo observa el participante. A los participantes se les comunicaba que el experimento estaba siendo grabado, para que supieran que no podrían negar a posteriori lo ocurrido.
Todo esto lo observa el participante. A los participantes se les comunicaba que el experimento estaba siendo grabado, para que supieran que no podrían negar a posteriori lo ocurrido.
Se comienza
dando tanto al “maestro” como al “alumno” una descarga real de
45 voltios con el fin de que el “maestro” compruebe el dolor del castigo
y la sensación desagradable que recibirá su “alumno”. Seguidamente el
investigador, sentado en el mismo módulo en el que se encuentra el
“maestro”, proporciona al “maestro” una lista con pares de palabras que
ha de enseñar al “alumno”. El “maestro” comienza leyendo la lista a éste
y tras finalizar le leerá únicamente la primera mitad de los pares de
palabras dando al “alumno” cuatro posibles respuestas para cada una de
ellas. Éste indicará cuál de estas palabras corresponde con su par leída
presionando un botón (del 1 al 4 en función de cuál cree que es la
correcta). Si la respuesta es errónea, el “alumno” recibirá del
“maestro” una primera descarga de 15 voltios que irá aumentando en
intensidad hasta los 30 niveles de descarga existentes, es decir, 450
voltios. Si es correcta, se pasará a la palabra siguiente.
El “maestro”
cree que está dando descargas al “alumno” cuando en realidad todo es una
simulación. El “alumno” ha sido previamente aleccionado por el
investigador para que vaya simulando los efectos de las sucesivas
descargas. Así, a medida que el nivel de descarga aumenta, el “alumno”
comienza a golpear en el vidrio que lo separa del “maestro” y se queja
de su condición de enfermo del corazón, luego aullará de dolor, pedirá
el fin del experimento, y finalmente, al alcanzarse los 270 voltios,
gritará de agonía. Lo que el participante escucha es en realidad un
grabación de gemidos y gritos de dolor. Si el nivel de supuesto dolor
alcanza los 300 voltios, el “alumno” dejará de responder a las preguntas
y se producirán estertores previos al coma.
Por lo
general, cuando los “maestros” alcanzaban los 75 voltios, se ponían
nerviosos ante las quejas de dolor de sus “alumnos” y deseaban parar el
experimento, pero la férrea autoridad del investigador les hacía
continuar.
Al llegar a los 135 voltios, muchos de los “maestros” se detenían y se preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Algunos participantes incluso comenzaban a reír nerviosos al oír los gritos de dolor provenientes de su “alumno”.
Al llegar a los 135 voltios, muchos de los “maestros” se detenían y se preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Algunos participantes incluso comenzaban a reír nerviosos al oír los gritos de dolor provenientes de su “alumno”.
Si el “maestro” expresaba al investigador su deseo de no continuar, éste le indicaba imperativamente y según el grado:
- Continúe, por favor.
- El experimento requiere que usted continúe.
- Es absolutamente esencial que usted continúe.
- Usted no tiene opción alguna. Debe continuar.
Si después de esta última frase el “maestro” se negaba a continuar, se paraba el experimento. Si no, se detenía después de que hubiera administrado el máximo de 450 voltios tres veces seguidas.
En el
experimento original, el 65% de los participantes (26 de 40) aplicaron
la descarga de 450 voltios, aunque muchos se sentían incómodos al
hacerlo. Todo los “maestros” pararon en cierto punto y cuestionaron el
experimento, algunos incluso dijeron que devolverían el dinero que les
habían pagado. Ningún participante se negó rotundamente a aplicar más
descargas antes de alcanzar los 300 voltios.
El estudio
posterior de los resultados y el análisis de los múltiples tests
realizados a los participantes demostraron que los “maestros” con un
contexto social más parecido al de su “alumno” paraban el experimento
antes.
Resultados
El profesor Milgram elaboró dos teorías que explicaban sus resultados:
- La primera es la teoría del conformismo, basada en el trabajo de Solomon Asch, que describe la relación fundamental entre el grupo de referencia y la persona individual. Un sujeto que no tiene la habilidad ni el conocimiento para tomar decisiones, particularmente en una crisis, lo cual llevará la toma de decisiones al grupo y su jerarquía. El grupo es el modelo de comportamiento de la persona.
- La segunda es la teoría de la cosificación (agentic state), donde, según Milgram, la esencia de la obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera a sí mismo responsable de sus actos. Una vez que esta transformación de la percepción personal ha ocurrido en el individuo, todas las características esenciales de la obediencia ocurren. Este es el fundamento del respeto militar a la autoridad: los soldados seguirán, obedecerán y ejecutarán órdenes e instrucciones dictadas por los superiores, con el entendimiento de que la responsabilidad de sus actos recae en el mando de sus superiores jerárquicos.
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