Revisamos aquí algunas de la versiones alternativas –o teorías de la conspiración– sobre lo sucedido el 31 de enero en la Torre Pemex de la Ciudad de México.
Ya sea por la herencia de la corrupción y
falta de transparencia que acarrean históricamente los gobiernos
mexicanos o por un análisis de los hechos (quien lo haya podido hacer
ante la poca información ventilada o tenga fuentes confidenciales), la
versión de que lo ocurrido el pasado 31 de enero en la Torre Pemex de la
Ciudad de México en realidad se trató de un atentado terrorista (o
incluso un autoatentado) es irreprimible y aunque no se hable mucho de
ella en los medios se discute candentemente entre los ciudadanos.
Pronunciarse a la distancia, sin tener
conocimentos avanzados de ingeniería o haber tenido acceso a la escena
de la explosión sin filtros gubernamentales, resulta bastante aventurado
e incierto, si acaso uno puede más o o menos intuir e inclinarse por
alguna versión, pero este diagnóstico será tan válido como el de
cualquier otro, y como suelen decir con la selección nacional de futbol
–que existen 100 millones de entrenadores–, en este caso existen 100
millones de peritos. Podemos, sin embargo, presentar lo que se está
diciendo en los diarios nacionales y cotejar versiones alternativas a
las que presenta el gobierno.
La versión oficial, según declaro el
Procurador General de la República Jesús Murillo Karam, es que se trató
de una acumulación de gases de metano (¿una explosión escatológica?
¿mala digestión burocrática? malas bromas como la que hizo el procurador con un maletín de cosméticos)
y que la versión de un atentado es insostenible ya que no existe un
“cráter” como suele suceder con artefactos explosivos. Además sustenta
esta versión, según señala Murillo Karam, que las vigas de acero del
edificio no se rompieron, algo que hubiera ocurrido de tratarse de un
artefacto.
Curiosamente, según publicó el portal Zócalo de Saltillo,
citando a Terra Noticias, “un elemento de rescate comentó que la
situación en el lugar de los hechos era delicada y que por el el tamaño
del cráter que dejó la explosión intuía que se trataba de un hecho
premeditado”. ¿Hay o o no cráter? Murillo Karam dice “¿Quién tenga otra teoría que lo demuestre?” La Revista Proceso tiene otra teoría: la de un atentado realizado por los Zetas, en represalia por la violación de un pacto.
Según Proceso,
que no revela sus fuentes pero que señala que pronto podrá comprobar su
versión, participantes a las primeras reuniones en el lugar del
siniestro aseguraron que la destrucción en el edificio B-2 escucharon la
versión de que se trataba de un atentado de parte de la PGR y del
Cisen:
Los expertos
consultados refirieron rastros de explosivo Composite 4 (C4), una
potente carga formada por explosivo químico y un aglomerante plástico
que es de uso militar y ha sido empleado en varios atentados
terroristas.
Mencionaron incluso
que algunas cargas no detonaron; de lo contrario, el número de víctimas
hubiera sido mayor. Los datos oficiales contabilizaron 33 personas
muertas y 101 heridas, algunas de gravedad.
De acuerdo con esa
versión, los peritos en explosivos del Ejército y de la Marina
recogieron los restos del material y lo llevaron al Campo Militar número
1, donde confirmaron que es C4. Estiman que el explosivo se colocó en
pequeñas cantidades en áreas cerradas, como aire acondicionado, cuartos
de servicio y botes de intendencia, y que habría sido ingresado en
mochilas o portafolios.
Luego, expertos estadounidenses, habrían
rastreado una llamada a Veracruz, feudo zeta, ”donde el Ejército ha
asegurado varias cargas de explosivo C4″. Esta teoría intenta
sustentarse como trasfondo en que los zetas “ordeñan” ductos de Pemex y
revenden el combustible y en que el gobierno ha utilizado vehículos y
uniformes de Pemex para realizar operativos en su contra. Proceso es
confuso en su redacción y después habla de la negligencia histórica como
la causa, de alguna forma distorsionando su teoría.
Por otro lado el mismo semanario Proceso reporta:
El siniestro provocó
que se perdieran todos los archivos del área de Recursos Humanos,
incluyendo decenas de demandas laborales que tiene Pemex con sus
trabajadores, así como contratos y otros documentos del archivo muerto
de la paraestatal.
Esta información ha hecho que muchas
personas, acaso bajo el influjo de lo que se conoce como “conspiranoia”
sugieran que se trató de un autoatentado –esto sumado a la versión de
que la negilgencia del torpe gigante paraestatal sería razón para
avanzar la privatizcaión. La técnica de “quemar las propias naves” ha
sido un recurso de inteligencia política aplicado por grandes estadistas
–y aquel que consume la versión conspiracionista de la realidad
recordará la acusación que se ha hecho a Estados Unidos de derribar taimadamente el WTC 7
(la tercera torre que cayó el 11-S) donde existían oficinas del FBI, la
CIA y la dependencia de la SEC encargada de investigar fraudes
corporativos de los grandes bancos de Wall Street.
CNN reporta
que según la agencia de inteligencia con base en Texas, Stratfor, “un
artefacto explosivo habría sido detonado y otros dos que estaban en el
edificio no se detonaron”. Stratfor hace eco también a la versión del
autoatentado para acelerar la privatización, objetando la ineficiencia
sistémica de la paraestatal: “El análisis de Stratfor sugiere que si la
explosión llegase a ser un ataque, la explicación estaría en los
intereses dentro de Pemex frente a la búsqueda de eficiencia de parte
del gobierno del presidente Peña Nieto”.
La otra versión que circula es la
podríamos llamar del “chupacabras”, una conocida táctica dominada por
los “dinosaurios” de la política de crear un distractor de la atención
pública para ocultar algo comprometedor. Una versión aún más radical circula vía SDP Noticias,
que esboza la teoría de que se trató de un ataque del gobierno de
Estados Unidos, para presionar a México. Pero afirmar que esto es lo que
ocurrió (cualquiera de las versiones alternativas aquí presentadas), en
este momento, es mera suposición, aunque pueda ser fuertemente intuido
padeciendo el virus de la sospecha que fácilmente se extiende entre una
ciudadanía que históricamente ha sido tratada por su gobierno (siempre
paternarlista) como indigna de conocer la verdad de lo que ocurre –ya
sea para protegerla o para mantenerla en la útil ignorancia. Las teorías
de la conspiración, aunque algunas llegan a comprobarse, son también un
mecanismo de defensa ante la opresión de una realidad desfavorable. Un
país que acarrea un lastre de corrupción, desinformación y pobreza –pero
que por momentos muestra un despertar político– es un terreno fértil
para las teorías de la conspiración.
¿Qué concluir de todo esto? Poco.
Sabemos que detrás de los hechos que observamos en la superficie
–aquella de la realidad mediática– existen numerosas variables e
intereses desconocidos, pero no por ello podemos suponer que siempre
existe una intrincada conspiración. Si existe una conspiración tan
negligente como algunos de nuestros funcionarios, quizás los sepamos, si
no, lo sucedido quedará velado junto al asesinato de Colosio, los dos
avionazos de los Secretarios de Gobernación y muchos otras tragedias de
estado, en alta sospecha, pero sin ninguna claridad y ciertamente sin
que nadie sea hecho responsable.
Ante esta impotencia cognitiva, por el
momento, mejor recurrir al gran William Burroughs, uno de los más
lúcidos y paranoicos analistas de las agendas ocultas. En un diálogo con
poetas beat, Burroughs nos permite atisbar la profundidad oculta:
Los conflictos
políticos son meramente manifestaciones superficiales. Si un conflicto
surge debes de estar seguro que algunos poderes intentan mantener el
conflicto operando ya que le pueden sacar algún tipo de provecho a la
situación. Concentrarte en la superficie de los conflictos políticos es
cometer el mismo error que hace el toro en la plaza, estás cargando
contra la capa. Para eso está la política, para enseñarte la capa. De
la misma forma que el torero le enseña al toro, le enseña a seguir, a
obedecer la capa.
* En este blog
se hace un análisis ”físico-químico” que supuestamente refuta la
versión de que una acumulación de gas fue responsable de la explosión.
Fuente: PijamaSurf
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